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No podemos aceptar la mentira como sistema político

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Paso a paso, se ha implantado en nuestra sociedad la mentira, o si lo prefieren, el engaño como sistema político, que ha alcanzado su máxima expresión en la amnistía. Se puede estar de acuerdo o no con ella, y hay poderosas razones jurídicas y de fundamento de nuestro estado de derecho para oponerse, pero lo realmente inaceptable, porque no deja de ser un perjurio político, es presentarse a unas elecciones dejando sentado su oposición a ella, para al día siguiente de la cita electoral y después de ser derrotados, pasar a defenderla para conseguir el puñado de votos, que entonces sí, te dan la mayoría. Porque, y esta afirmación está por encima de todo cuestionamiento, si Pedro Sánchez hubiera cumplido con su discurso preelectoral, hoy no sería presidente del gobierno y posiblemente caminaríamos hacia unas nuevas elecciones.

Y así debe ser denunciado el periódico El País y con él la Defensora del Lector, Soledad Alcaide, y el incumplimiento sistemático de su libro de estilo, porque enfrentados al engaño cometido al poner cifras en el Informe del Defensor del Pueblo, que el propio padre de la encuesta, Narciso Michavila, declara un “delirio estadístico”, en lugar de asumirlo, niegan la evidencia. Forman parte de la mentira como sistema.

Ante el alud de cartas de protesta que le pedían a la Defensora del Lector que interviniese, obligando a su periódico a publicar la advertencia en la página 35 del Informe del Defensor del Pueblo, que dice textualmente: señalar que la Comisión Asesora considera que no ha formado parte de su cometido hacer un cálculo del número de personas afectadas por abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica. Ni siquiera se ha propuesto realizar una aproximación a esta cantidad, mantiene el silencio ante esta concreta reclamación. Como lo mantiene al no reconocer la demagogia estadística que se comete al intentar proyectar los resultados de una encuesta a partir de una submuestra de 50 casos en los sacerdotes, 40 casos en los seglares sobre un total de 8.000 entrevistas, cuando el margen de error es de +/-1% y, por tanto, aquellas cifras carecen de significación. Cosa que El País sabe perfectamente. Se olvida así la Defensora del Lector y los que mandan de su propia obligación

Una obligación que se extiende al incumplimiento de atender al Libro de Estilo de El País, que afirma que “el periódico debe ser el primero en subsanar los errores cometidos, y hacerlo lo más rápidamente posible y sin tapujos” (cf. 1.55, pág. 35). Y añade el manual que “cuando se comete un error, se reconoce llanamente, sin recursos retóricos” (Cf 1.56, pág. 35).

Pero claro, cuando la mentira es la parte fundamental del actual orden político, todas aquellas verdades resbalan, como le resbalaron las incompatibilidades a la facción gubernamental de nueva planta del Tribunal Constitucional, cuando dictaron su sentencia sobre el aborto.

Es, sobre todo, la mentira como sistema lo que corroe y está destruyendo la política y las instituciones en España, y a ella no hay que oponerle el griterío, que en el fondo favorece su ocultamiento, sino la razón de la Verdad. Hay que oponerle lo que hemos aprendido para la vida práctica, la de cada día, de Fides et ratio, y de Veritatis splendor. Porque las encíclicas no son solo piezas académicas, sino salvia para alimentar la construcción de un mundo mejor, y eso pasa hoy aquí por restituir la verdad y denunciar el engaño.

Si Pedro Sánchez hubiera cumplido con su discurso preelectoral, hoy no sería presidente del gobierno y posiblemente caminaríamos hacia unas nuevas elecciones. Clic para tuitear

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