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“Restear” y “resetear”, verbos de acción

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Están estimulando en los medios y en sus tugurios nuevas maneras de quedar bien haciendo sus juegos malabares por aquí y por allá, cuando lo que han hecho está mal, muy mal. ¡Y lo siguen haciendo! ¡Ya está bien de chanchullos entre bambalinas! La corrupción está bien para ir a tope y a toda vela cuando nadie te cuestiona porque cree en tu buena voluntad y lo que haces es limitarte a chupar la sangre de tus allegados, pero no está nada bien abusar de la confianza de propios y extraños a la luz del día. Aprietan y aprietan, siguiendo la tónica de su manera de hacer. Disfrutan siendo aclamados como señores, cuando no son más que payasos de pacotilla. ¿Que otros caen? “¡A mí, que me quiten lo bailao!”.

De hecho, cuantos más caigan, mejor, porque más colchón van a tener cuando caigan… que caerán tarde o temprano, porque la Verdad tiene su tiempo, y ya van cayendo… Por eso de que cuando ellos caigan, todos corran en su defensa… también entre bambalinas, ciertamente. Porque dar la cara en público por un fantoche que ha perdido su cara con cara dura, para pagarse una vida a costa de los sueldos de miseria que implanta bajo la excusa de que “todos lo hacen”, porque “es lo que dice el convenio”, ciertamente debe de llenar de orgullo y autocomplacencia. ¿Está bien, “también” el convenio, o será que hasta los convenios habrán sido amañados?

La gente está quejosa, y con razón. Me llega de todas partes, y me sale a mí decirlo, que estamos hartos de tanto cachondeo, y encima nos están poniendo de cara a la pared, cada día más agobiados y achuchados por sus machadas y los achaques propios de la necesidad. Ya sabemos que al pobre siempre le llueve sobre mojado. Ayer estuve hablando con un amable admirador que me decía, lloriqueando al límite de lo valiente: “Cuando todos cerraban por el confinamiento del principio de la pandemia, nosotros dejamos luz en el aparador con lo mejor de nuestras labores por la imagen de las personas, y los pocos transeúntes que se aventuraban a transitar la acera contraria, cruzaban la calle solo para ver vida: ¡nuestro aparador!”.

“¿Acaso puede un hombre entrar otra vez en el vientre de su madre y nacer?” (Jn 3,4), me lanzan los descreídos. ¡Como si tuviéramos que lloriquear sobre nuestras cenizas! Siempre les digo lo mismo: Las cenizas deben finir donde deberían estar, eso es, bien enterradas en el cementerio de la memoria histórica de las sombras del pasado. No se trata de volver a las glorias de antaño, no está ahí la solución, ha quedado bien demostrado.

¿Hay solución? ¡Sí, la hay! Por más que voces más o menos acreditadas lo digan, el mundo no se acaba aquí. O están desamparados como la mayoría, o pretenden meternos miedo. Lo que debemos hacer es no pararnos, hacer cada uno lo que puede hacer, a su manera y en su lugar, con creatividad y entusiasmo. Sin esperar a que el viento cambie, porque posiblemente nos arrastraría de nuevo adonde no queremos.

¡Aspiremos hondo, clavemos los tacones y adelante con paso firme! Lo mejor está por llegar. Porque lo mejor y lo que todos deberíamos haber hecho era unirnos para no caer; hagámoslo ahora, que aún hay tiempo… y todos –cada uno con sus diferencias de silbido- soplemos en la misma dirección. Saldremos a flote. ¡Será una hermosa melodía! Eso es la polifonía. Ya existía, y es de lo bueno que debemos recuperar para no echar a perder los aciertos de tanta gente buena que ha pasado por la Historia, desde el Edén hasta nuestro pequeño huerto de hoy, por otras retadoras encrucijadas que arrostraron, y que dieron con otras tantas y retadoras diversas direcciones en que la Humanidad ha debido retomar el rumbo.

No nos engañemos, que tropezaremos de nuevo. Ya sabemos que nada será igual, pero no tiene por qué serlo. De hecho, puede ser mejor. Dios Creador nos ha puesto de patitas en este planeta desdichado “para que lo trabajáramos” (Cfr. Gen 1,28), lo cual significa que está consciente y deliberadamente inacabado. Pues ha llegado el momento, hermanos: ¡a restear todos! Y vayamos juntos, o iremos a peor… que también puede ser. ¿Me has oído? He dicho “juntos”, no revueltos. ¿No tenías un sueño? ¡Llegó el momento de soñar y resetear a lo grande! ¡A soñar se ha dicho! –Y a restear, ¡no lo olvides!

Lo mejor y lo que todos deberíamos haber hecho era unirnos para no caer; hagámoslo ahora, que aún hay tiempo… Clic para tuitear

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