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Saber comportarse

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El saber comportarse adecuadamente según las circunstancias es una facultad que no sólo sirve para distinguir al palurdo del hombre bien educado, sino que es también una cualidad íntimamente ligada a la propia dignidad de la persona.

El presidente argentino Javier Milei ha estado de visita en España. Su visita no ha sido ni oficial ni privada, pues en ella el Sr. Milei se ha dedicado a hacer proselitismo para el partido Vox, a entrevistarse con algunos personajes influyentes del mundo económico-financiero y a promocionar un libro del que es presuntamente autor (digo presuntamente porque ya sabemos que muchos famosos emplean a “negros” para que les redacten lo que ellos mismos son incapaces de escribir). En el desempeño de estas actividades, el presidente argentino ha criticado con saña al gobierno español y ha acusado a la cónyuge de su presidente de ser corrupta. Esto es no saber comportarse.

Ciertamente, el ministro Sr. Puente y algunas de sus compañeras de gabinete tampoco fueron precisamente muy elegantes al referirse al presidente argentino, al que provocaron innecesariamente. Esto también es no saber comportarse.

Sin embargo, quienes cometían estos deslices ni estaban de visita en la Argentina, ni son jefes de Estado y de Gobierno, como sí es el Sr. Milei, quien se encontraba como huésped en España. Y estos factores marcan una diferencia.

Antes de seguir adelante me gustaría aclarar algo para evitar malentendidos: estoy muy lejos de ser sanchista, peronista o nacionalista. Personalmente, encuentro muy inadecuado que los dirigentes políticos, sea cual fuere su ideología, participen en actividades partidistas fuera de las fronteras de su nación. Si estos dirigentes son jefes de Estado, la cosa es aún mucho más seria.

Hace no tantos años tales intervenciones eran inimaginables y, de haberse dado, habrían sido consideradas como intolerables injerencias en los asuntos internos de un estado soberano. Me desagrada que un partido político (el que sea) invite (al país que sea) al presidente de una nación extranjera (la que sea) para que le ayude a hacer campaña. Esto también es no saber comportarse.

En el caso de Vox este hecho es aún más incomprensible e incongruente, pues este partido se presenta a sí mismo como la encarnación del patriotismo español.

Las declaraciones y el comportamiento público del Sr. Milei, ya desde antes del inicio de  su carrera política, son tan extravagantes que es inevitable sospechar que sufre de una muy severa perturbación mental. A ello se suma el hecho de que el Sr. Milei no procede de un estrato social en el que la etiqueta tenga relevancia prioritaria. Tampoco parece haber advertido que su cambio de posición exige mejorar la expresión y los modales.

Por estos motivos, y también quizá para ganarse las simpatías del populacho que lo vota, sus discursos y declaraciones están plagados de expresiones soeces y ofensivas. Si en la desdichada Argentina se lo toleran, es cosa de los argentinos, allá ellos (aunque sin ninguna duda muchísimos argentinos decentes repudian las barbaridades de su presidente). Ahora bien, en España nadie tiene por qué soportar que este señor, huésped muy mal educado e ingrato, se dedique a insultar a nadie y menos aún a inmiscuirse en la política nacional.

Las medidas tomadas por el ministro Sr. Albares están más que justificadas. La actitud del Partido Popular que preside el Sr. Feijóo, negando su apoyo explícito al gobierno de la nación y avalando de este modo los improperios proferidos por Javier Milei, pone de manifiesto un partidismo de vía muy, pero que muy estrecha, inmensamente miope, mezquino y tontorronamente oportunista, así como una total ausencia de respeto por la dignidad de la nación, a la cual, nos guste o no, el Sr. Sánchez representa legítimamente.

Insisto: Pedro Sánchez representa a España, aunque no nos guste y aunque para ello tengamos mil excelentes razones.

El Sr. Abascal y sus seguidores, llamando a Milei a inmiscuirse en la política española y aplaudiendo sus groserías, demuestran que su tan ruidoso patriotismo no es más que pacotilla torera. Nunca he sido partidario de que se cree un “cordón sanitario” en torno a Vox, pues he creído que este partido merecería el mismo respeto que cualquier otro y que a su modo, como cualquier otra formación política que actúe de buena voluntad, podría contribuir al bien común. Evidentemente me equivocaba. La buena voluntad, la seriedad y la corrección parecen haber abandonado totalmente el paisaje político español.

Javier Milei ha traído a España más leña para echar al fuego, más violencia verbal (que fácilmente puede degenerar en violencia física, como ha sucedido en Eslovaquia), más vulgaridad y grosería, como si en España no hubiera bastante basura autóctona para inundar toda la vida pública.

Y en este lamentable contexto, entre los políticos españoles no vislumbramos ni a uno solo que merezca el nombre de “estadista”. Lo único que vemos es a gente que se revuelca en el cieno, que lanza pedradas al contrincante y que recurre a demagogos extranjeros para que aporten su propio estiércol a la pocilga en la que, entre todos, están convirtiendo a España. Esto es no saber comportarse. O algo mucho peor.

Seguramente habrá quien, al leer estas líneas, me reproche ser anticuado y elitista. No me ofenderé, me lo tomaré como un elogio y recordaré a San Francisco de Sales, quien decía que la cortesía es la flor de la caridad.

En junio, el Sr. Milei, que desde que es presidente le ha tomado el gusto al turismo a costa del erario argentino, regresará a España para recibir no sé qué “premio”.

¿Se puede dejar que Javier Milei regrese a España para sembrar más discordia y esputar más ordinarieces?

Yo diría que no. En todo caso, espero que el gobierno español sí sepa comportarse y que encuentre un modo aceptablemente elegante de evitar otra “visita” del mandatario argentino, sin hacerle al Sr. Milei lo que se ha ganado a pulso y que, sin ninguna duda, se merecería: que lo echen de España a patadas.

Javier Milei ha traído a España más leña para echar al fuego, más violencia verbal, más vulgaridad y grosería, como si en España no hubiera bastante basura autóctona para inundar toda la vida pública Clic para tuitear

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • Veamos. a donde fueres haz lo que vieres. No había llegado Milei a España y ya le estaban llamando drogadicto, a un mandatario extranjero. La mujer de Sánchez no tiene cargo oficial. Por ser tan educados y tan finos la derecha lleva décadas comiéndose el terreno. va siendo hora de sacar las garras.

    Responder
  • No estoy de acuerdo con Susana en lo de que «donde fueres haz lo que vieres». Si voy a un sitio donde dan un mal ejemplo ¿tengo que hacer lo mismo? De ninguna manera. Milei podría haber presentado una protesta por medio de su embajador, como corresponde. En vez de eso se comporta peor que los que le ofendieron. Además, viendo las cosas que hace de verdad parece que se droga:

    https://m.youtube.com/watch?v=9dwFrUSsJjg

    Tampoco me parece bien eso de «sacar las garras». Eso hacen las bestias feroces amenazadas y en peligro, no los seres humanos en discusiones políticas. La buena educación no le sobra a nadie nunca, ni a la derecha ni a la izquierda.

    Responder
  • Ser uno mismo y decir las cosas como son no es tomar sustancias. Es tener lo que hay que tener y lo que le falta a algunos políticos españoles

    Responder

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