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Sánchez, la ética de las virtudes y el fin de la democracia

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Quien haya leído directamente o como comentario la Política de Aristóteles, tiene una idea clara de cómo las virtudes eran importantes para la democracia ateniense. La razón es que promovían la cohesión social, la participación cívica, la responsabilidad individual, la confianza pública y la legitimidad del sistema político. Sin ellas, la democracia no habría sido tan efectiva ni sostenible. La democracia no hubiera sido eficaz y, por tanto, frágil, además de inútil.

Las virtudes fomentaban la cohesión social y la estabilidad dentro de la comunidad.

Al promover valores como la justicia, la honestidad, la moderación y el respeto mutuo, se fortalecía el tejido social y se reducían los conflictos internos. La democracia ateniense se basaba en la participación activa de los ciudadanos en la vida política y social. Las virtudes cívicas, como la responsabilidad, la dedicación al bien común y el compromiso con la polis (ciudad-estado), eran esenciales para el funcionamiento efectivo de la democracia. Sin estas virtudes, la participación ciudadana habría sido menos significativa y la democracia habría sido menos eficiente.

Las virtudes fomentaban la responsabilidad individual en la toma de decisiones políticas y en la conducta personal. Los ciudadanos atenienses eran conscientes de que sus acciones tenían un impacto directo en la comunidad, por lo que se esperaba que actuaran de manera ética y consideraran el bienestar de todos.

La confianza pública en el sistema democrático dependía en gran medida de la integridad y la moralidad de los ciudadanos y líderes. Las virtudes como la honestidad, la transparencia y la justicia inspiraban confianza en el gobierno y en las instituciones democráticas.

En una democracia directa como la de Atenas, donde los ciudadanos tenían un poder considerable en la toma de decisiones, la legitimidad del sistema político estaba estrechamente ligada a la percepción de que los ciudadanos eran virtuosos y actuaban en interés del bien común.

Esto sigue siendo así. Sin ética, sin virtudes, las democracias caminan hacia la inutilidad y el fracaso.

En el caso español, todas las virtudes parecen reducirse a una sola: la de no meter mano en la caja o, en otros términos más rigurosos, la honradez económica. Y es importante, pero ni mucho menos es lo único importante, porque en democracia una condición necesaria es la veracidad. Lo es en todos los órdenes, pero en un régimen representativo donde se presupone que unos, los más, confían en unos pocos para gobernar, si no se es veraz, el sistema se rompe.

Y el problema grave, terrible, de España es que el propio presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha impuesto una forma de actuar que se basa en el engaño sistemático. Que fuera ocasional tendría explicación aunque no justificación, que lo sea como método, que esto lo acepte el PSOE, que conmemoró sus “100 años de honradez,” que lo asuma la izquierda exquisita de Yolanda Díaz y los restos de Iniciativa per Catalunya reciclados, que Colau y su gente, que han basado su política en la presunción de su supremacía moral, lo asuman acríticamente, los convierte en colaboradores necesarios del engaño como sistema.

Como lo son los medios de comunicación que se quieren grandes y veraces, como El País o La Vanguardia, pero que por partidismo y, digámoslo todo, interés crematístico, lo asuman y lo justifiquen. Todo esto, no es otra cosa que incubar el desastre.

Y para que no quede solo en una cuestión de principios, bajemos al detalle para contar cómo Sánchez practica el engaño como sistema, y que es un personaje amoral o inmoral, según se prefiera:

Principio del formulario

Amoral si entendemos la ausencia de moralidad o ética, que simplemente carece de ella. Por ejemplo, que no se adhiere a ningún código ético, que no sea él mismo; es decir, practique el endiosamiento en un partido de un laicismo radical.

Inmoral en la medida  que comete  acciones que violan principios éticos o morales establecidos, que van en contra de lo que es correcto o justo según las normas de la sociedad.

Sánchez se ha justificado solo en una entrevista, afirmando que él no miente, sino que rectifica. Con esta respuesta, el presidente del gobierno aumenta su daño moral al practicar el sofisma al formular un argumento consciente del engaño.

Porque el engaño se define como el intento deliberado de ocultar, generar y/o manipular de algún otro modo información factual y/o emocional con el fin de crear o mantener en otras personas una creencia que el propio comunicador considera falsa.

Los ejemplos del engaño como sistema son múltiplos. Destaquemos solo 10 de los peores:

  1. Prometió que si llegaba al Gobierno promovería una reforma legal para que el Gobierno no pudiera elegir magistrados del Tribunal Constitucional y ha sentado ahí a su ministro de Justicia«. Nombró magistrada a Laura Díez, un ex alto cargo de la Moncloa, y presidente a un ex fiscal General del Estado nombrado por el Gobierno.
  2. Prometió combatir la colonización de las instituciones por parte de los partidos políticos. Estos actos van desde Tezanos, en el CIS, amigos  y altos cargos en empresas como Correos.
  3. “No indultaré a los presos del procés» dijo en 2021, Sánchez indultó a los políticos catalanes condenados por sedición y malversación de fondos públicos por su participación.
  4. También afirmó que un político no puede indultar a otros políticos, que había que acabar con eso. A Sánchez se le olvidó su promesa (también la de que iba a prohibir los referéndums ilegales) y perdonó las penas a Griñón a los líderes del Procés y en 2021 concedió más indultos que en los cinco años anteriores.
  5. “No pactaré con Bildu», dijo Sánchez en 2017. Sin embargo, en 2020 Sánchez pactó con ellos para investirse como presidente del Gobierno.
  6. Afirmó que no dormiría tranquilo con Podemos en el Gobierno. Todos sabemos cómo terminó la historia: pactando con ellos y convirtiendo a Pablo Iglesias en vicepresidente.
  7. Antes de la moción de censura que le llevó al gobierno, Sánchez aseguraba que «gobernar por Decreto Ley es gobernar contra las instituciones» y que se comprometía a limitar su uso a circunstancias excepcionales. Sin embargo, su Gobierno ha estado marcado precisamente por lo contrario: recurrir a este instrumento excepcional más que nadie, batiendo récord con 140.
  8. Ley de amnistía e independentismo catalán: Pedro Sánchez ha estado en el centro de la controversia debido a la ley de amnistía, que negaba antes de las últimas elecciones de julio y que después aceptó.
  9. Por si fuera poco, cuando JxCat rechazó la propuesta de ley de la amnistía en el Congreso afirmó que no modificaría ni una coma, para que 40 días después presentara un texto con nuevas formulaciones sobre terrorismo y malversación.
  10. “No reconoceré la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental»  afirmó en 2018. Pese a ello, en 2022, Sánchez reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.

Mientras Sánchez gobierne, la democracia carece de sentido, y de ello son cómplices todos quienes lo apoyan dejando claro que lo  único que importa es el poder y no la ética. Y esto desde Atenas es el fin de la democracia.

Mientras Sánchez gobierne, la democracia carece de sentido, y de ello son cómplices todos quienes lo apoyan dejando claro que lo único que importa es el poder y no la ética. Y esto desde Atenas es el fin de la democracia Share on X

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