Del 22 de agosto de 1936 hay ocho mártires del siglo XX en España: el obispo de Ciudad Real —Narciso de Estenaga y Echevarría, octavo asesinado durante la guerra— y su secretario Julio Melgar, en Tarragona tres sacerdotes diocesanos de Montblanc; en la provincia de Valencia dos terciarias capuchinas. y en la de Lérida el claretiano José Vidal Balsells.
En las islas británicas, se conmemora al beato Thomas Percy (1572), conde de Northumberland, y a los beatos sacerdotes mártires Guillermo Lacey, Ricardo Kirkman (1582), John Kemble y John Wall (1679); en Ucrania, es aniversario del beato Simeón Lukac, mártir de la persecución soviética (1964). En Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado a la monja Margarita Gunaronulo, martirizada en 1918.
Los sacerdotes de Montblanc, asesinados por la espalda

Dalmacio Llebaria Torné, de 58 años y tarraconense de Falset, tras volver de la Guerra de Cuba se ordenó sacerdote en 1902. Promotor de los ejercicios espirituales y del movimiento fejocista, llevaba solo nueve meses de párroco en Montblanc cuando estalló la guerra. El 21 de julio prendieron fuego a la iglesia de Santa María, y él lo apagó con ayuda del vicario Josep Colom (asesinado el 4 de agosto tras entregarse a cambio de un laico). A la hora de cenar, fue llevado a declarar en el ayuntamiento, puesto en libertad y a medianoche conducido por fin a la cárcel, de donde salió para morir.


Como lugar del asesinato se cita el «conocido como Creu de la Guinea» (cruz del zorro), donde fueron fusilados por la espalda, según se indicó en la autopsia en el cementerio de Tarragona. Al escribir que estaba a dos kilómetros en la carretera de Barcelona, parece darse a entender que es a la salida de Montblanc; pero no hay en torno a esta población ningún toponímico semejante y no se entiende que los enterraran en Tarragona estando más cerca Montblanc (e incluso Valls). Una posibilidad es que fuera 2 km antes de llegar a Tarragona, y entonces puede referirse a la zona al norte de Perafort y al este del km 8,5 de la N-240, llamada La Guineu (en el inmediato pueblo de La Secuita aparecen dos topónimos Las Creus).
36 años consejera general

Asesinado por presiones de un vecino de sus padres

El clérigo profeso claretiano José Vidal Balsells, nacido el 5 de diciembre de 1908 en Santa Coloma de Queralt (Tarragona), tenía 27 años cuando lo martirizaron en Navés (Lérida). Fue betificado en Barcelona el 21 de octubre de 2017. Al estallar la revolución estaba en Solsona y según la biografía de la beatificación se delató al escribir una carta a sus padres y al detenerle no sospechó que lo fueran a matar:
En todas las casas por donde pasó se comportó como un buen religioso, enseñaba el catecismo a los niños y ayudaba en las tareas de la casa, como barrer corrales y cuidar al ganado. Sus conversaciones eran preferentemente piadosas y caritativas y sobre la Acción Católica en la que había militado activamente. Respecto de los perseguidores afirmaba que había que tener la misma conducta que Jesucristo: perdonar. Esto originaba alguna amigable disputa.
No tenía miedo a la muerte. Decía que él aceptaba el martirio como una gracia especial de Dios y que lo único que sentiría sería dejar a sus padres viejecitos. Por ello, después de renovar los votos el día 15 de agosto en Rotés en manos del P. Codinachs, Superior del colegio, pidió permiso para ir a visitar a sus padres, pensando encontrar refugio más seguro, y le fue concedido. La distancia a Santa Coloma de Queralt era considerable, pero emprendió el viaje. Llegó a las cercanías de Pinós, pero las alarmas y los tiroteos le hicieron desistir y a los dos días volvió a Navés y pasando por Les Planes llegó al manso Grifé, donde se hospedó hasta su muerte.
No se conformó con este revés y escribió una carta a sus padres, para que fueran a buscarlo. La carta, por desgracia, cayó en manos del Comité de Santa Coloma de Queralt, que fue a buscarlo. Así un grupo de cuatro milicianos de Santa Coloma y tres de Solsona, capitaneados por el Xandri, se presentaron en Les Planes, la dirección de la carta, en la casa del Sr. Domingo Casafort, a quien le mostraron la carta diciendo que venían a buscarlo para llevarlo a su casa. Como José no se encontraba allí, el Sr. Domingo les acompañó a cal Grifé, de Navés.
Según narra el Sr. Domingo:
Al ver el Sr. Vidal que llegaba a casa un grupo de hombres armados, tuvo miedo y se marchó al bosque, mas al darse cuenta que yo les acompañaba y ante la confianza que le inspiré incluso de palabra de que no había de pasarle nada, se presentó. Al decirle los del Comité que iban a buscarle para acompañarle a su casa, más bien demostró alegría.
Cuando llegó a su presencia, le dijo el Xandri:
¿Ya te habías escondido?
Nada de eso, respondióle.
No creas, contestó Xandri, no es muy seguro corretear.
Entre los milicianos de Santa Coloma había conocidos de José Vidal a quienes este saludó estrechando la mano e incluso abrazando a uno de ellos, pues le habían dicho que venían para llevarle a casa y aquel no sospechaba absolutamente nada, al igual que el Sr. José Argerich, amo de Grifé porque se presentaron con muy buenas formas, iban vestidos de paisano y no parecía que llevasen armas, aunque los de Solsona circundaron la casa para que no pudiera escapar. El Sr. José Argerich añade:
No dijeron ninguna blasfemia ni hablaron mal de la religión ni de los sacerdotes. El Sr. Vidal se entregó muy confiado a ellos, porque creía que iba a su casa. Al salir de mi casa no le acompañó nadie. El Sr. Vidal se fue solo con ellos.
Después de saludar a los del Comité, subió a su habitación paa cambiarse de ropa, pero los del Comité le metieron prisa para no llegar muy tarde, e incluso subieron a su habitación para controlar si efectivamente se cambiaba de ropa. También le preguntaron si había otros de su comarca para que viajasen con ellos.
El Sr Vidal se despidió con un adiós hasta que terminase la guerra, diciendo:
¡Adiós! Cuando esté en casa, ya os escribiré.
Los del Comité de Santa Coloma acompañaron al Sr. Vidal hasta el sitio llamado Creu de Pantiner, donde habían dejado el coche, distante un kilómetro de la casa. Subieron todos al coche y se pusieron en marcha en dirección a Berga, no a Santa Coloma de Queralt, y en el Km. 11, delante de la casa de Torrecanuda le fusilaron hacia las 9 o 10 de la noche del 22 de agosto de 1936. Su cadáver lo encontraron tendido, con la mano derecha sobre el pecho y acribillada por una bala, y la izquierda extendida en vertical. Al parecer, el que le hizo matar fue un vecino de la casa de sus padres. Los disparos fueron nueve o diez y los escucharon los moradores de Torrecanuda, que lo encontraron muerto en la carretera al día siguiente. Fue enterrado en el cementerio de Navés. El 12 de mayo de 1939 sus restos fueron trasladados al cementerio de Solsona. La sencilla cruz que recuerda el lugar de su glorioso martirio lleva la siguiente inscripción:
Aquí dio el mayor testimonio de amor a Jesucristo.
Aquí en medio de la carretera 22-VIII-1936.
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