fbpx

El trasfondo de las protestas en el Líbano

COMPARTIR EN REDES

En Beirut, lo que empezó siendo una pequeña manifestación cerca del parlamento del Líbano se ha convertido en la ola de protestas más importante desde el fin de la trágica guerra civil que sufrió el país en los años 80.

Las protestas no son comparables con las precedentes ni en términos de número de manifestantes, ni en su alcance geográfico, ni diversidad religiosa o de clase social. La anchura ha sido tal que ha paralizado los sectores bancario y de transporte y conducido a la dimisión del primer ministro Hariri el pasado 29 de octubre.

Algunos observadores (que aún no parecen haber aprendido la lección) han apuntado que el Líbano está viviendo su propia «primavera árabeLos cambios sufridos en los países árabes» tardía. En realidad, la situación es más complicada y delicada que la generada por las protestas de 2010-2011 a países vecinos como Siria o Egipto.

El origen inmediato de las manifestaciones se encuentra en el proyecto del gobierno de imponer una tasa a los servicios de mensajería basados ​​en internet, como WhatsApp, que los libaneses utilizan masivamente debido al elevado coste de la telefonía.

Un país dividido en tres grupos religiosos

Sin embargo, como ocurre a menudo, el impuesto a WhatsApp fue sólo la gota que llenó el vaso. La ciudadanía teme una crisis económica y está cansada de los abusos de un sistema político basado en la distribución de poder entre los tres grupos religiosos mayoritarios en el Líbano (islam suní, islam chií y cristianismo).

En la práctica, la distribución de poderes ha promovido el nepotismo y se ha mostrado incapaz de garantizar el acceso a servicios básicos a la población, incluyendo agua y electricidad. Por ejemplo, hace cuatro años, el gobierno quedó inactivo ante una gravísima crisis de desechos y dejó miles de toneladas de basura apiladas en Beirut.

El lema de los manifestantes ha sido «todos quiere decir todos». El eslogan hace referencia a la necesidad de superar las barreras religiosas. Barreras que definen la vida política en el país del cedro. En el actual sistema, el primer ministro debe ser un musulmán suní, el presidente del parlamento un musulmán chiíta, y el presidente del país un católico maronita.

Pero las barreras también se encuentran en la vida cotidiana: por ejemplo, en los carnets nacionales de identidad figura la pertenencia religiosa de la persona, y tan sólo son legales las bodas con miembros del mismo grupo religioso.

¿Qué pasará después de la dimisión del primer ministro?

La principal reivindicación de los manifestantes, la dimisión del primer ministro, ha sido cumplida. Desde entonces, políticos y manifestantes se han re-posicionado.

La formación de un nuevo gobierno no será fácil teniendo en cuenta la delicada distribución de poderes. Hay profundas divisiones sobre si el nuevo gobierno debe tener un carácter tecnocrático o no. En el peor de los escenarios inmediatos, se producirá un nuevo vacío de poder, lo que podría llevar el malestar a un nivel aún superior.

Según Maha Yahya, directora del instituto Carnegie Middle East Center, el Líbano se encuentra en el bordo de un precipicio económico y financiero, y tan sólo la formación rápida de un nuevo gobierno podrá evitar un descenso total.

Otro peligro del movimiento de protesta es que una de las facciones político-religiosas utilice las manifestaciones a su favor. De momento, este riesgo está personificado todo por Hezbolá, que ha intentado alejar las acusaciones que pesan sobre sus miembros e incluso ha atacado manifestantes en Beirut.

 

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.