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Vida sacramental confinada ¡ni hablar! (2)

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Prosigo. Mañana es primero de mayo. Mañana empieza el mes de María. Mes de mayo, mes tradicional de las primeras comuniones. En plena primavera, aquí en nuestro hemisferio norte meridiano de Greenwich, se va el frío, ya no llueve tanto, las flores surgen y las plantas se embellecen. ¡Ah! Y los colegios ya van terminando sus cursos a distancia 2020. Queda un mes y medio. Este año 2020 ¿primeras comuniones en todos los colegios de monjas y de frailes y en todas las parroquias de todas las diócesis?

Este año 2020 no será posible por pandemia coronada extendida. Ni en los colegios (cerrados hace meses) ni en las parroquias (cerradas hace menos meses). No serán visibles niños de uniforme y niñas con vestido “nupcial”. Con restaurantes cerrados por pandemia no serán factibles las celebraciones festivas “sociales”. ¡Qué alivio! Pues una primera comunión no es esto tan socialmente extendido y tan distante de la piedad eucarística. Las familias cristianas practicantes con hijos e hijas que hacen su Primera Comunión ¡lo pasan muy mal! ¡El resto que estamos en el templo sin ellos también!

¿Qué es la Primera Comunión? ¿Cuándo es el momento propicio? ¿Cuál es la normativa eclesial? Al hijo y a la hija, una vez asumida la madurez eclesial infantil de este hecho trascendental, le basta con acercarse a comulgar por vez primera junto con sus padres, hermanos mayores y la menor familia directa posible. Mucho mejor si esto acaece de modo eclesial supervisado y no como hecho aislado. ¿Dónde? ¿En el colegio con otros alumnos y/o alumnas? ¿En la propia parroquia en misa dominical? ¿En otra parroquia más frecuentada?

En mi caso y con cada uno de mis seis hijos, en decisión consensuada con mi esposa, en ningún colegio y en ninguna parroquia. En nuestro caso en la capilla de un convento de religiosas de clausura. En misa conventual con ellas. Las dos primeras hijas en la capilla de otro convento de religiosas. Ha llovido desde entonces. Extraigan Vds. sus propias conclusiones. Sé de un joven ya casado que le cogió de niño aversión a esta fiesta social que no guarda relación ni con la infancia ni con la militancia cristiana. Ya con novia tuvo en su vida el trato pastoral con un determinado sacerdote. Su primera comunión, con su primera confesión antecedente, tuvo lugar muy poco antes de su Matrimonio. El día de su boda comulgó como buen cristiano que era y sigue siendo.

Este año 2020 las familias verdaderamente cristianas lo tienen muy bien para la Primera Comunión de sus hijos e hijas. Basta con hablar, en cuanto se levante la veda de acceso al templo, con el párroco de confianza. Tal vez en el mes de mayo no sea factible por las limitaciones políticas de aforo de templo no discutidas por la autoridad eclesiástica. Lo será en junio seguro. ¡Y tal vez con un poco de suerte providencial puedan ocupar los primeros bancos del templo con arropamiento del resto de fieles en misa dominical! La verdadera catequesis siempre en casa con los propios padres. La primera confesión antecedente con el sacerdote de confianza.

En su momento les hablé de estos dos sacramentos: Eucaristía y Penitencia. Lo hice por el orden establecido en los catecismos, aunque en realidad, teología católica en mano, hay Sacramento de la Penitencia porque primero hay Sacramento de la Eucaristía. Las ceremonias de bautismo tienen lugar un domingo al mes a las cinco de la tarde. Las primeras comuniones en determinadas misas parroquiales del mes de mayo, colegios religiosos aparte. Para las segundas y terceras comuniones y las que sigan se requiere tener conciencia de militancia cristiana. ¡Remando mar adentro y a contracorriente!

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