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La Iglesia, blanco fácil del cartel del Carnaval de Terrassa

Libertades

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Los católicos estamos hartos. Sí, hartos de que una y otra vez se ataque nuestra fe con la excusa de la sátira, del arte o, en este caso, del Carnaval.

La última ofensa llega desde Terrassa, donde el cartel oficial del carnaval muestra a un obispo vestido con tacones rojos y postrado a cuatro patas frente a una multitud burlona. ¿Libertad de expresión? No, esto es Cristofobia en su estado más puro.

Con los cristianos todo vale

La imagen, promovida por la cofradía La Mascarada, ha desatado la indignación de los fieles y ha sido denunciada por la Fundación Española Abogados Cristianos.

Porque esto no es un chiste, no es una broma inofensiva. Es un ataque directo a la Iglesia y a millones de católicos que ven cómo se trivializa y ridiculiza su fe sin el más mínimo respeto. Pero, claro, con los cristianos todo vale.

Mingo Cebrián, portavoz de la cofradía, ha justificado el cartel diciendo que el Carnaval siempre ha molestado a unos u otros y que este es un «periodo de transgresión».

Pero lo cierto es que esta «transgresión» parece siempre apuntar en la misma dirección: contra la Iglesia católica.

Nos hablan de libertad creativa, pero lo cierto es que esta libertad parece tener fronteras bien definidas, y la fe cristiana siempre queda fuera de la protección del respeto.

Ofensa normalizada

No se trata de un hecho aislado. Cada dos por tres vemos ataques similares, burdas representaciones y burlas que serían impensables si el objetivo fuera otro grupo religioso.

Y lo peor es que esta ofensa ya se ha normalizado dentro de los círculos políticos y culturales.

La concejal de Vox en el Ayuntamiento de Terrassa, Alicia Tomás, ha señalado acertadamente que este cartel es una ofensa gratuita con el único objetivo de ridiculizar a los católicos.

No hay un mensaje artístico ni una crítica social legítima. Es una simple y llana burla.

Además, el evento infantil del Carnaval contará con la participación de un artista travesti.

Y no es cuestión de intolerancia o conservadurismo trasnochado, como algunos querrán argumentar. Se trata de que, una vez más, se usa la esfera pública para promover una agenda ideológica que nada tiene que ver con el Carnaval ni con la tradición.

¿Por qué insistir en incluir elementos que confrontan directamente con los valores de tantas familias que, con toda razón, se sienten atacadas?

¿Por qué tanto odio a la Iglesia Católica?

El asco visceral que muchos sienten hacia la Iglesia Católica no es casualidad ni fruto de una simple evolución del pensamiento moderno.

Se trata de un odio cultivado, regado con mentiras y abonado con la desinformación.

La Iglesia es la última frontera moral en una sociedad que se desmorona. Y por ello debe ser silenciada, desacreditada y ridiculizada. Quieren verla humillada porque la Belleza habla por si sola y la incongruencia moral siempre destapa soplos de verdad. De ahí la Cristofobia, con burdas caricaturas y grotescas difamaciones.

Nos hablan de libertad creativa, pero lo cierto es que esta libertad parece tener fronteras bien definidas, y la fe cristiana siempre queda fuera de la protección del respeto Share on X

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