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Construyamos una Nueva Teoría Crítica basada en el cristianismo (II)

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Referíamos en la primera de estas editoriales la necesidad de establecer una nueva Teoría Crítica basada en la concepción cristiana del ser humano, de su destino y del mundo.

Apuntábamos, que para ello “es necesario abordar un relato histórico que nos explique cómo hemos llegado hasta la situación actual. Cómo la razón instrumental substituyó a la razón objetiva cristiana, en nombre precisamente de la razón y la liberación”, y ha ido socavando la sociedad y destruyendo el sentido del Hombre, de la vida humana y de su presencia y destino en el mundo, y que todo esto requería identificar y describir los periodos de ruptura del inicial orden objetivo cristiano, definir sus consecuencias; esto es, las grandes rupturas y crisis concretas a las que dan lugar, y finalmente cómo recuperar en términos actuales el orden objetivo destruido.

Arranquemos de una afirmación:

El orden objetivo Occidental, que se transforma en un alcance global, surge de la articulación que lleva a cabo el cristianismo, entre la concepción bíblica y el pensamiento greco-latino, y tiene su fundamento primigenio en la concepción aristotélico–tomista, que demuestra su capacidad de superar la primera gran crisis del pensamiento del cristianismo latino, que podía haber dado al traste con la formación inicial de Europea y la cristiandad, a causa del conflicto que provoca la recuperación de la filosofía aristotélica en la teología agustiniana hegemónica en el siglo XI.

En su discurrir posterior podemos encontrar distintas fases, marcadas por rupturas revolucionarias, como las que señala  Jacques Barzum en “Del Amanecer a la decadencia: 500 años de  vida cultural de Occidente del 1500 a nuestros días”, que nos ayuda a entender la dinámica histórica.

La primera es la revolución religiosa de Lutero, que trata de qué creer o, mejor dicho, de cómo creer y abarca el periodo que transcurre desde el 1500, el inicio de lo que se llama edad moderna, hasta 1660. Ahí la cuestión no radica en la existencia de Dios, como remarca Charles Taylor, sino la mejor manera, la más fiel al mandato de Jesucristo de llegar a hasta Él. Introduce dos fracturas que se ensancharían con el paso del tiempo. La interpretación individual de la Biblia, que inicia la transformación del subjetivismo y su razón instrumental en lo que terminará substituyendo a la razón objetiva cristiana, y rompe hasta extremos de terrible radicalidad – las guerras de religión- la unidad de la cristiandad. Naturalmente, se mezclan con otros intereses de orden estrictamente temporal, de poder, pero el motor es aquel.

Sobre esta ruptura y bajo el motivo de resolverla, se produce la segunda revolución que abordan el estatus del individuo y la forma de gobierno que da lugar al comienzo de la formación de los estados modernos, que consuman la ruptura de la unidad que significaba la cristiandad, y dan lugar a la formación de las grandes monarquías absolutas  entre 1661 a 1789. Pero se produce la reacción ante ellas.

La Revolución Francesa y la Ilustración, la gran ruptura, son sus máximos exponentes y dan lugar  a las revoluciones liberales (1848) y las vías para alcanzar la igualdad social y económica y comprende desde 1790 a 1920 y el surgimiento de la modernidad.

ahora estaríamos viviendo una nueva revolución marcada por la acumulación de todas las anteriores con la primacía de la nueva revolución antropológica

La última llegaría hasta finales del siglo XX, y ahora estaríamos viviendo una nueva revolución marcada por la acumulación de todas las anteriores con la primacía de la nueva revolución antropológica que une la dimensión intelectual y moral de la misma con la científica y tecnológica, todo ello presidido por la aceleración de la innovación científica y técnica.

Todo esto podríamos enmarcarlo en la concepción Macinteriana de fundamento aristotélico-tomista, que señala la grave afectación de nuestra época: la de su crisis moral y la incapacidad para reconocerla, que se inicia en la concepción ilustrada, con una Academia, que forjada en el periodo posterior aquella, surge durante la propia crisis moral y la asume como un estadio normal.

Alasdair MacIntyre es el autor clave para entender cómo hemos llegado hasta aquí.

Podríamos añadir dos autores y sendos libros más, que nos ayudan en la interpretación: Charles Taylor y su “Fuentes del Yo, La construcción de la identidad moderna”, y particularmente útil como taxonomía de las reacciones al principal vástago de la Ilustración, la modernidad y el liberalismo, la obra de Carlos Granés “El puño invisible”.

Los cuatro libros señalados abordan el tema de la identidad, la moral y la cultura en el contexto de la modernidad y sus crisis.

Cada uno de ellos ofrece una perspectiva diferente, pero también poseen  puntos de contacto, y estos son los que es necesario profundizar y articular, sobre los problemas y desafíos que plantea la vida humana en un mundo cambiante, diverso y conflictivo.

Jacques Barzun

Jacques Barzun, en su “Del Amanecer a la decadencia: 500 años de vida cultural de Occidente”, construye una monumental historia cultural de Occidente desde el Renacimiento hasta el siglo XX. El autor, un historiador francés radicado en Estados Unidos, analiza los principales acontecimientos, ideas, movimientos y personajes que han configurado la civilización occidental, con sus logros y sus fracasos, sus avances y sus retrocesos, sus luces y sus sombras.

Barzun sostiene que Occidente se encuentra en una fase de decadencia marcada por el relativismo, el escepticismo, el nihilismo y el cansancio cultural. Sin embargo, no se trata de un pesimismo fatalista, sino de una invitación a reflexionar sobre los valores y las tradiciones que han hecho grande a Occidente y que pueden servir de guía para su renovación.

Charles Taylor

Charles Taylor

Charles Taylor es un reconocido filósofo canadiense que ha trabajado el tema de la identidad en el mundo moderno. En “Las  Fuentes del Yo” Taylor explora las fuentes, originarias de nuestra cultura, sus concepciones morales que definen lo que significa ser una persona y vivir una vida buena. Taylor argumenta que la identidad moderna se ha construido a partir de tres fuentes principales: la razón, la naturaleza y la moralidad. Sin embargo, estas fuentes se han fragmentado y debilitado por el proceso de secularización y el individualismo. Taylor propone recuperar una visión más integral y dialogal del yo, que reconozca la importancia de las tradiciones culturales, las comunidades políticas y las aspiraciones espirituales.

Alasdair MacIntyre

Alasdair MacIntyre

Alasdair MacIntyre es un filósofo escocés afincado en Estados Unidos, que en “Tras la Virtud”, a la que podríamos añadir otras obras suyas esenciales, crítica global e integralmente el discurso moral moderno. MacIntyre afirma que la moral moderna está en grave desorden, porque ha perdido el sentido de la teleología, es decir, de la finalidad o el propósito de la vida humana. MacIntyre defiende una ética de las virtudes, inspirada en Aristóteles y en la tradición cristiana medieval, que entiende la moral como una práctica social basada en el cultivo del carácter y la búsqueda del bien común. MacIntyre sostiene que solo así se puede construir una moral realmente capaz de movilizar a los individuos de nuestras atomizadas sociedades actuales en torno a un proyecto común.

Carlos Granés

Carlos Granés

Finalmente, Carlos Granés, antropólogo colombiano, traza en “El puño invisible”, una historia cultural del fenómeno de las vanguardias artísticas y su impacto social. Desde el futurismo hasta los movimientos sociales que recorren el resto del siglo XX, pasando por el dadaísmo, el surrealismo, el situacionismo y el sesentaochismo, entre otros. Muestra cómo las vanguardias han sido una forma de revolución cultural que han buscado alterar las mentes, las costumbres, los valores y la forma de vivir de las personas y no dejan de ser una reacción al malestar de la modernidad. Afirma que las vanguardias han tenido un destino paradójico: aunque han fracasado en sus utopías políticas o estéticas, han logrado imponerse y ganar adeptos en una sociedad cada vez más ávida de experiencias fuertes, espectáculos emocionantes, aventuras transgresoras y actitudes rebeldes. De hecho, el siglo XXI es un receptor caótico y contradictorio de todas ellas.

Como un primer esbozo de lo que debe ser el desarrollo de este planteamiento articulado, se pueden establecer como grandes líneas de fuerza que pueden tener en común estos distintos textos:
  1. Una visión crítica de la modernidad y sus crisis.
  2. Una búsqueda de sentido y orientación para la vida humana.
  3. Una valoración de la cultura como un ámbito fundamental para expresar y transformar la realidad.
  4. Una reflexión sobre el papel del arte y la creatividad en la sociedad.

Tratar de ello y observar por qué el resultado es la decadencia o si se prefiere el decaimiento y crisis de la sociedad Occidental, será el tema de la próxima editorial.

Tratar de ello y observar por qué el resultado es la decadencia o si se prefiere el decaimiento y crisis de la sociedad Occidental, será el tema de la próxima editorial Clic para tuitear

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