Podemos ha presentado este martes 23 en el pleno del Congreso una proposición de ley para suprimir del Código Penal los delitos de ofensas a los sentimientos religiosos, al rey como jefe del Estado y las de enaltecimiento del terrorismo.
Deseamos fijar nuestra atención sobre el primer punto porque en su presentación se incurre en una deliberada confusión. A pesar de que el enunciado del artículo es muy claro, se vende como una supresión penalizadora de las ofensas a la religión lo que en realidad constituye una ofensa a las personas en su conciencia religiosa. No se trata de una legislación especial, porque 71 países en el mundo establecen, mayor o menor, una protección sobre el hecho religioso. En nuestro caso, la protección es mínima, ocupamos el lugar 70.
A los que defienden la supresión de la medida, les parece que son pocos estados, a pesar de que en la lista como es lógico no figuran ni las dictaduras comunistas, China, Cuba, etc., ni aquellos países donde la ofensa no existe porque es social o culturalmente imposible, como Japón. Los que les parecen pocos son los mismos que defienden la eutanasia y ponen como ejemplo Holanda cuando solo este país y otros cuatro la han aprobado. Para esto cinco, son muchos. Países modélicos en el respeto a los derechos humanos y la libertad de expresión, como Finlandia, Nueva Zelanda, Canadá, Suiza, Alemania, Italia y Austria, no solo poseen leyes semejantes a las nuestras, sino que el nivel de protección es más exigente que el español.
Lo que Podemos persigue, y el gobierno Sánchez apoyará si vota a favor, es que se pueda ofenderse a las personas con creencias religiosas. Estas pueden ser vituperadas, maltratadas, escarnecidas, en aquello que forma parte decisiva de sus vidas. Es arbitrario y muestra una tendencia antirreligiosa, y específicamente anticristiana, muy peligrosa. En lugar de construir una sociedad convivencial, se busca un país donde algunos se dediquen a ofender sistemáticamente y con toda impunidad. Y esto sucede cuando la doctrina de lo políticamente correcto extrema las medidas para que no se pueda agraviar a ciertos colectivos. Así, como se vio recientemente en el concurso de OT, no puede decirse “mariconez” en una canción, pero si podrá decirse y presentarse – si la propuesta de Podemos prospera -barbaridades sobre Jesucristo o la Virgen.
Se protegen todo tipo de conciencias, especialmente quienes se sienten LGBTIT+, mujeres, gentes de otras razas, pero no los sentimientos religiosos. Son ganas de estimular la ofensa de las personas religiosas, de facilitar, a través del escarnio, convertirlas en ciudadanos de segunda.
Es, en definitiva, un espíritu gerracivilista que pretende alimentar fantasmas que parecían superados. Porque el respeto a lo que cada uno siente es la base de la buena convivencia, más cuando en una sociedad como la nuestra en la que se han perdido los consensos morales y éticos, solo queda la ley para indicar lo que está bien y lo que no. Lo que Podemos pretende con la despenalización es enviar el mensaje de que forma parte de lo bueno ofender a las conciencias religiosas.