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El novicio que al llevarlo a fusilar se confesó y gritó con fuerza ¡Viva Cristo Rey!

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Hay siete mártires del siglo XX en España que nacieron un 20 de octubre, entre ellos el novicio hospitalario de 25 años Juan Alcalde Alcalde, al que habían hecho un simulacro de fusilamiento, y que fue el que con más fuerza gritó ¡Viva Cristo Rey! entre los presos de la saca de San Antón (Prisión Provincial de Hombres número 2) hacia Paracuellos el 28 de noviembre de 1936 (uno de ellos era el dramaturgo Pedro Muñoz Seca).

Hoy se conmemora en Turquía y Grecia el martirio de San Andrés «in Crisi» o «Calibita» (767, era cretense y murió en Constantinopla). En Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado al arcipreste Nicolás Kazansky (1942).

Así resume la vida de Juan Alcalde una página de la orden hospitalaria:

Oriundo de Zuzones, Burgos, nace el año 1911 e ingresa en la Orden el mes de marzo de 1935. Es un fervoroso novicio y se desvive por los enfermos. Tenía 25 años. Fue sepultado en una fosa común y no se conservan sus restos. Fue Beatificado por el Papa Juan Pablo II en Roma el 25 de Octubre de 1992.

Cárcel de San Antón, antes Escuelas Pías.
Cárcel de San Antón, antes Escuelas Pías, en la calle Farmacia de Madrid.

La biografía de la Real Academia de la Historia presenta más detalles sobre su martirio:

Tal era su actitud servicial que los carceleros le tenían entre ojos. Aprovechaba los tiempos que podía aislarse para hacer sus rezos, meditación y lecturas. Un día le encontraron los vigilantes leyendo el libro Glorias de María de san Alfonso de Ligorio, y en castigo lo encerraron en un calabozo; en otra ocasión le tuvieron durante más de una hora contra la pared, encañonado como si le fueran a fusilar. Comentaba después tranquilo y resignado, que tan sólo rezaba encomendándome a Dios, esperando en cualquier momento la muerte. Estaba plenamente convencido que al fin le habían de matar y moriría mártir. En la madrugada del día 28 de noviembre de 1936, al salir su nombre en las listas del día, corrió a los pies del beato Adradas, a confesarse y pedir la absolución de su conciencia. Un sentido abrazo final ¡Hasta el cielo! a su padre maestro, que repitió con los otros compañeros, fue el gesto de su disposición para morir testimoniando con admirable fervor su fe y su vocación hospitalaria. Dieron por el camino el grito ¡Viva Cristo Rey! y el más sonado de todo el grupo fue el suyo. Cayó abatido por las balas en Paracuellos del Jarama (Madrid). Murió mártir siendo novicio hospitalario y tenía veinticinco años de edad.

Los otros mártires son el laico jienense José María Poyatos Ruiz, que predijo la fecha de su detención y su entereza en el interrogatorio; el sacerdote de los Sagrados Corazones Fortunato Barrón Nanclares (padre Gonzalo), que abandonó el refugio de la Legación de Honduras porque quería predicar; el sacerdote Joan Ceró Cedó, que siendo seminarista explicó a su madre que sería una suerte tener un hijo mártir; la hermana de la Caridad Juana Pérez Abascal, asesinada en Vallecas; el carmelita descalzo Joan Fort Rius (Fray Ángel de Sant Josep) y el dominico José Gafo, creador de los comités paritarios, diputado a Cortes y asesinado en la puerta de la Cárcel Modelo de Madrid.

Puede leer la historia de los mártires en Holocausto católico (Amazon y Casa del Libro).

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