El Papa Francisco pidió durante el rezo del Ángeus de este domingo «transformar riquezas en instrumentos de fraternidad”, en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Reflexionando sobre el Evangelio del día, el obispo de Roma ha afirmado que “tiene como protagonista a un administrador astuto y deshonesto que, acusado de haber despilfarrado los bienes del patrón, está a punto de ser despedido”.
El administrador enfrentado a una situación difícil, “no busca justificaciones ni se deja desanimar, sino que busca una salida para asegurarse un futuro tranquilo”. Es consciente de su propia condición humana: “Excavar, no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza” (v. 3); luego actúa con astucia, robando a su señor por última vez”. Por eso, llama a “los deudores y reduce las deudas que tienen con el amo, para hacer amistad con ellos y luego ser recompensado por ellos”.
La clave de lectura de esta narración, afirma el Papa, está en la invitación de Jesús: “Hagan amigos con las riquezas deshonestas, para que, cuando estas riquezas se acaben, los reciban en la morada eterna” (v. 9). Y profundiza: “La riqueza puede llevar a la construcción de muros, crear divisiones y discriminación. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso: “Háganse amigos con la riqueza”. Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen”.
El Papa insiste: “En la vida, en efecto, no son los que tienen tantas riquezas los que dan fruto, sino los que crean y mantienen vivos tantos lazos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las diferentes “riquezas”, es decir, de los diferentes dones con los que Dios los ha dotado”.
El desafío de las riquezas
«Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, no sólo será Dios quien nos acoja en el Paraíso, sino también aquellos con los cuales hemos compartido, administrando bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos», afirma el Papa.
Las fallas y fracasos no tienen la última palabra. “Jesús nos asegura que siempre estamos a tiempo para sanar el mal hecho con el bien. Quien ha causado lágrimas, haga feliz a alguien; quien ha quitado indebidamente, done a quien está en necesidad. Haciendo así, seremos alabados por el Señor “porque hemos actuado con astucia”, afirma Francisco.