La dimensión del legado real de Francisco no lo podremos medir más que con el paso del tiempo, empezando por el resultado del Cónclave. Y esto es así por diversas razones.
Una, es porque su figura es controvertida: para unos, gran reformador, para otros, un factor de confusión en tiempos ya de por sí confusos.
La segunda, porque sus reformas, en realidad y en la mayoría de los casos, han sido enunciadas más en términos periodísticos que decretales, otras, porque no se han producido, han sido incipientes.
Ha habido cambios ciertamente, pero de los contabilizables como tales son pocos. Un ejemplo es el de la sinodalidad. ¿En qué quedará después de tanto tiempo y trabajo? Para unos, un esfuerzo de “democratizar” la Iglesia, lo cual no deja de ser un contrasentido, para otros, el deterioro del Sínodo real, el que vincula a los obispos al Papa, por la incorporación de personas, que nada tienen que ver con la condición episcopal, signo católico de la continuidad apostólica.
Pero dicho esto, no existe excusa para no intentar reseñar las principales aportaciones del pontificado de Francisco (2013–2025):
Justicia social y opción por los pobres
Desde el inicio de su pontificado, Francisco promovió una Iglesia cercana a los marginados. En sus términos a los “descartados”. Instituyó la Jornada Mundial de los Pobres, habilitó duchas y albergues para personas sin hogar en el Vaticano y defendió los derechos de migrantes y refugiados. Francisco mostró una gran empatía y proximidad con las personas de todas las condiciones y edades. Su bandera de acogida generalizada de la inmigración es motivo de debate. Priorización de la inclusividad y la misericordia. Persiguió una Iglesia menos doctrinal y más centrada en acompañar realidades complejas.
Reformas en la Iglesia
Impulsó la reforma de la Curia Romana, a la que fustigó en público en más de una ocasión. Pero no está nada claro que no se haya simplemente sustituido una cúpula y juego de intereses por otra todavía más reducida. Promovió la sinodalidad como método de gobierno, pero no está nada claro que esto no afecte el papel específicamente católico de los obispos en el gobierno de la Iglesia. Ha dado una mayor participación a las mujeres en lugares de responsabilidad, pero no a los laicos, que han quedado muy en tercer plano; las mujeres promovidas no dejaban de ser religiosas, y el Consejo Pontificio para los Laicos fue disuelto, sin que otra instancia de participación laical lo sustituyera.
Nuevas estructuras para supervisar
Estableció nuevas estructuras para supervisar las finanzas vaticanas y creó una comisión para la protección de menores, abordando con firmeza los abusos sexuales en la Iglesia en continuidad y profundización de lo realizado por Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero no hizo nada para salir de la falsa narrativa impuesta por las elites de presentar al catolicismo como el nido de pederastas que en absoluto es.
Apertura pastoral
Adoptó un enfoque más abierto en las formas hacia colectivos, que en la doctrina católica no tienen acomodo como las personas divorciadas y vueltas a casar. Su exhortación apostólica Amoris laetitia (2016) abogó por una mayor integración de estas personas en la vida de la comunidad, pero el intento, como en el caso de la bendición de las parejas homosexuales, dio pie a una notable confusión que no está resuelta. El papa tuvo que aceptar y asumir la oposición formal y masiva de todos los obispos africanos, en una pérdida de autoridad evidente. Nunca había sucedido nada semejante, que no se zanjara o bien con la aceptación de la posición papal o bien con la separación de quienes se oponían, pero claro África es demasiado grande para no hacerle caso. De esta manera se asumía que había parte de la Iglesia católica que no aplicaba lo que sí se desarrollaba en otros lugares.
Manifestó una mayor comprensión de los homosexuales, y permitió, bajo condiciones estrictas y a la vez polémicas, la bendición circunstancial y “no litúrgica” de dos personas homosexuales conociendo su emparejamiento: se bendecía a las personas; no al vinculo, de manera que la doctrina hacia la homosexualidad sigue siendo la misma. Los acérrimos defensores de esta cultura, toda la progresía Occidental, quiere ver lo hecho como un compromiso de futuro, pero puede que, como buen jesuita, solo haya practicado un gesto utilitario. Como el del padre Ricci en China que se vistió y actuó como alguien incardinado en la tradición de Confucio, solo para predicar mejor.
Lo dicho, el tiempo hablará. En cualquier caso, sigue quedando en la condena la ideología de género y todavía más el aborto, que para Francisco es una práctica de descarte. Precisamente, en uno de sus pocos viajes a Europa, en este caso Bélgica, sus duras descalificaciones, encontraron la reacción del primer ministro belga que llamó a consulta al nuncio.
Ecología integral
Con la encíclica Laudato si’ (2015), Francisco hizo un llamado urgente al cuidado del medio ambiente, denunciando la degradación ecológica y el cambio climático como crisis morales y situando al ser humano en el centro de la cuestión. Es una orientación distinta a la que sitúa a la humanidad como una especie peligrosa para la Tierra.
Diálogo interreligioso y paz
Fomentó el diálogo con otras religiones, destacando su encuentro histórico con el Gran Imán de Al-Azhar en 2019. Fue el primer Papa en visitar Irak y la península arábiga, promoviendo la paz y la convivencia interreligiosa. Para otros, este acercamiento ha generado confusión con posturas de un cierto sincretismo religioso, incluso visualmente: la fotografía del Papa con una obispa luterana, debidamente ornamentada, resultaba chocante, fuera de onda.
Política de gestos
Renunció a muchas formalidades papales, eligiendo vivir en la residencia Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico y utilizando medios de transporte sencillos, reflejando su compromiso con la humildad y la cercanía al pueblo. Sin embargo, para algunos, se ha contribuido en ocasiones al deterioro de la dignidad Pontificia
En el fondo del debate perviven dos posiciones que vienen de lejos.
Es la Iglesia que debe cambiar sus planteamientos para adaptarse mejor a la sociedad a la que quiere servir, y a esto se le llama “apertura” y es lo que ha hecho Francisco según esta interpretación, o su mandato es el de transformar a la sociedad de acuerdo con el mandato de Jesucristo, expresado en los Evangelios interpretados de acuerdo con la Tradición y la Doctrina.
El primer camino es el seguido por las confesiones reformadas clásicas: luteranos, calvinistas y anglicanos, sobre todo estos últimos los más próximos al catolicismo en sus contenidos y presupuestos. Pero la crisis terrible que viven en Europa y en Estados Unidos estas Iglesias no parecen señalar por la vía de los hechos un buen camino. Pero es que hay más en el legado de Francisco. En este, a diferencia de sus predecesores, pesa mucho más el diálogo interreligioso con judíos y musulmanes, que el ecumenismo que queda muy en segundo plano, quizás porque los cambios experimentados por estas confesiones han cegado los caminos de avance.
Francisco dejó un legado textual significativo, incluyendo encíclicas como Fratelli tutti (2020), que aborda la fraternidad y la amistad social, y Dilexit nos (2024), centrada en la primacía del “corazón” como respuesta a un mundo marcado por conflictos, consumismo y pérdida de sentido, invitando a redescubrir en el Sagrado Corazón de Jesús la fuente de misericordia capaz de renovar la vida personal y social
También publicó dos autobiografías: Life (2024) y Esperanza (2025), donde compartió aspectos personales y su visión pastoral. No son pocas las voces que apuntan que un punto clave de su legado radica en su debilidad teológica, que en nada mejoró el nuevo responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde 2023
Quedan en el aire, para esta consideración de urgencia, algunas preguntas sobre el legado de nuestro último papa:
- ¿Cómo casa la pérdida de presencia y apoyo vaticano a los movimientos laicales, que tanta importancia tomaron a partir de Juan Pablo II con la idea de apertura laical y participación, situación a la que se añade la desaparición del Consejo de Laicos?
- ¿Significa la sinodalidad tal y como está planteado en el proceso a seguir la pérdida de la comunión magisterial y de autoridad del papa y sus obispos? El Sínodo, especificidad católica, era de los obispos, no de todos.
- Los elogios a Francisco que llevan explícitamente aparejada una crítica destructiva a la Iglesia, a la que se declara que ha seguido un camino equivocado desde Constantino, que son compartidos por cristianos de fe, constatan una confusión histórica brutal y una instrumentalización deliberadamente peligrosa.
- La Iglesia constituida por Jesucristo es Una, Santa y Católica, habitada por pecadores que reconocen que necesitan la redención de Jesucristo. Esta Iglesia, atraviesa a la historia y se une más allá de ella en la Comunión de los Santos. Ningún papa es más que ella porque solo es su servidor.
- La acogida, la misericordia a todos, el perdón como signo- en una sociedad que presume de liquidar la presunción de inocencia, no puede olvidar la segunda parte del perdón de la frase de Jesucristo a la mujer adúltera: Juan (8, 10-11): «Jesús se incorporó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?”. Ella contestó: “Nadie, Señor”. Jesús dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más”.» El “no peques más”, el propósito de enmienda es necesario para el perdón, como lo es que, el “Hospital de Campaña” no puede prescindir, a riesgo de ser cómplice de los desmanes de la actual cultura y poder hegemónico, de las causas que ocasionan tantas víctimas. Sería como si en la cuestión de la pederastia nos ocupáramos solo -cosa obviamente necesaria- de ellas.
- Y una última cuestión totalmente decisiva: ¿la Iglesia está más unida ahora que antes de Francisco?
Finalmente, por su enfoque poco común y profundidad de análisis, seleccionamos dos artículos sobre Francisco: La Iglesia después de Francisco https://firstthings.com/the-church-after-francis/ y El Papa Jesuita https://firstthings.com/the-jesuit-pope/.
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Un Papa protestante