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La felicitación de Navidad de Éric Zemmour, o cuando Dios escribe recto…

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Dios escribe recto con renglones torcidos decía Santa Teresa. Una frase que, en sus múltiple y posibles interpretaciones, todas con un denominador común, nos viene a decir que el ser humano nunca puede juzgar a Dios, porque este actúa en unos términos no siempre compresibles para su limitada criatura. Las razones de Dios no son siempre las del hombre, como con contundencia muestran la Bienaventuranzas.  Esto es lo que debemos pensar cuando elogiamos la felicitación de Navidad que ha enviado el  polémico candidato a la presidencia de Francia Éric Zemmour, en un video de contenido excepcional, que es necesario retener y recordar porque constituye un argumentación brillante a favor del cristianismo por parte de alguien que, como Zemmour, no es cristiano.

Claro que ante su iniciativa habrá antes quienes en lugar de contemplar la Luna que señala el texto, se fijen en el dedo, haciendo buena la máxima confuciana de que cuando el sabio señala la Luna el necio se fija en el dedo. En otros términos, que, en lugar de atender al  contenido y en el discurrir del  personaje no cristiano que le hace formular tal relato, se limite a desprestigiar lo que dice por la ideología  del autor. Pero, la cuestión obviamente no es está. En realidad, se trata de una interpelación directa a todos los políticos cristianos. Vosotros que lo criticáis, ¿por qué a vosotros no se os ocurre nunca hacer nada parecido?

El texto que Zemmour recita en el video hay que leerlo y retenerlo porque es un servicio al  cristianismo, al margen  que después, aunque seas francés, no des tu voto a un candidato que en su campaña formula demasiadas cuestiones contrarias al ser cristiano.

Estas son sus palabras:

Compatriotas, estimados amigos. Esta noche, los cristianos celebrarán la Navidad. Pero no sólo cristianos, porque no hace falta ser cristiano para celebrar la Navidad. 

Sólo hay que amar el mundo occidental, y en particular Francia. En Nochebuena, celebramos el nacimiento de nuestra civilización, que ha iluminado la historia de la humanidad. 

Una civilización que cree que las personas son completamente libres, independientemente de su nacimiento, de su pasado, de sus antecedentes o de su camino. 

En el mundo del cristianismo, la libertad es de naturaleza divina y debe protegerse como el tesoro más preciado.

 Una civilización que cree que las personas son completamente iguales en dignidad. Todos: prostitutas, reyes, caprichos, ricos, viudas, huérfanos, soldados, leprosos, hijos de Dios. Todos son iguales ante Él. No hay carreras, ni clases. La igualdad es sagrada. 

Una civilización que cree que la belleza también es sagrada. La civilización de Rembrandt, Leonardo da Vinci, Bach, Mozart, Beethoven. Pinturas, esculturas, obras de una perfección técnica y una profundidad sorprendentes. El mundo entero admira el arte occidental. Uno sólo puede sentirse aclamado por la Piedad de Miquel Àngel. 

Una civilización que cree que la verdad no es teórica ni relativa, sino real, encarnada y sagrada. Rechazar la verdad es rechazar el bien. La falsedad es el rostro diario y eterno del mal. Esta consideración ilimitada por la verdad permitió la aparición increíble de la filosofía y las ciencias duras en el mundo occidental. 

Una civilización que cree que el cielo en la tierra no existe ni existirá nunca. Una civilización que se niega a creer en las utopías, que prometen sociedades perfectas: el comunismo y el nazismo, que destruyeron el siglo XX, y que amenazan el siglo XXI con nuevas identidades aún más preocupantes. Una civilización que se opone al totalitarismo, como el día se opone a la noche. 

Una civilización que cree que la gentileza, la bondad y el amor son superiores a cualquier otro comportamiento humano. 

Ganar la guerra es una cosa buena, y el cristianismo no debe negarse nunca a ir a la guerra cuando está bajo ataque. Debe prevalecer. Pero ganar la paz después de ganar la guerra es aún mejor. Esta idea es la causa del carácter incomparablemente pacífico de las sociedades occidentales, cuando son fieles a sí mismas. 

Una civilización que ha cometido muchos errores ha cometido muchos crímenes, claro está, porque fue construida por humanos, y los humanos son defectuosos y egoístas, crean en Dios o no. Pero esta civilización debería ser considerada la civilización más avanzada, sofisticada, creativa y tolerante que el mundo haya visto nunca. 

Francia le debe mucho al catolicismo, y el mundo le debe mucho al catolicismo francés. El largo viaje del catolicismo francés es de un esplendor inigualable. Ireneo de Lyon, Clodoveo, Sant Luís, Joana de Arco, Tomàs de Aquino, que enseñó en La Sorbona, Bossuet, Fénelon, Blaise Pascal, Teresa de Lixieux, Paul Claudel y tantos otros. La «Hija Mayor de la Iglesia» (Francia) ha dado a luz a tantos niños bonitos, así como nuestras 85 catedrales, entre ellas las más bellas de todas, que se convirtieron en un símbolo estimado en todo el mundo gracias a Víctor Hugo. 

El general de Gaulle, en absoluto secreto, confesaría regularmente. Su fe tuvo un papel importante en el destino de nuestro país. Sin la cruz, la Cruz de Lorena no habría existido nunca. 

No olvidemos los centenares de millones de cristianos –porque son centenares de millones– que están siendo perseguidos en el mundo tal y como hablamos. Censurados, amenazados, torturados, asesinados. A lo largo de su larga historia, el cristianismo nunca ha sido tan atormentados  en un silencio espantoso. 

Prometo que Francia será su voz en el mundo. Esta noche, los cristianos celebrarán el nacimiento de Jesús, pero los demás también pueden celebrar la Navidad. Para ello sirven los árboles de Navidad, los regalos, los besos y los sonrisas de los niños.

 Mi nombre viene de las profundidades del tiempo. Es bereber y significa  «olivo», el árbol de la paz. Esa noche, deseo que todos encontremos la paz. Paz en cada uno de nosotros, y paz entre nosotros. 

La Navidad es lo contrario de la guerra civil. Es la reconciliación que brilla durante la noche. Las cunas humildes y conmovedoras, que se pueden encontrar en tantos hogares, han ido transmitiendo sus mensajes a lo largo de los siglos. 

El milagro vuelve cada 24 de diciembre a medianoche. Compatriotas míos, feliz Nadal, viva la República, y lo más importante, viva Francia.”

Es un texto que debería servir para ayudar a guiar nuestras palabras y acciones, incluyendo las del propio Zemmour que, con sus actitudes, no sirve bien a tan grandes propósitos, pero sí que ha servido  en este caso a la verdad cristiana. Quien afirme tales palabras siempre tiene razones para rectificar, las que producen el tensor cristiano. Quienes las rechazan, por muy buenas palabras que pronuncien en otros ámbitos humanos, difícilmente las cumplirán, porque es difícil hacerlo sin el tensor de Dios.

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3 Comentarios. Dejar nuevo

  • El cristianismo no necesita servidores de tamaña envergadura. Al contrario. A Jesucristo no le defendieron los fariseos hipócritas, con sus discursos grandilocuentes, sino personas humildes y sinceras, que no buscaban prestigio ni poder, y decían la verdad a la pata la llana, aun con riesgo de ser perseguidas por ello.
    El discurso de Zemmour es ideológico. Pero el cristianismo no es una ideología, ni un sistema político, aunque para expresar su fe lo haga con ideas y con actos públicos. El cristianismo es creer en Jesucristo y seguirle personalmente, dando a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar. Es decir, rezando y con amor dando.
    El cristianismo debería ser la luz del mundo y la sal de la tierra por sí mismo, evangelizando, que quiere decir presentando a Jesucristo como la Persona de quien emanan todos estos valores de que se sirve Zemmour para hacerse valer, con un discurso es solo un señuelo ideológico para pescar votos.

    Hay algo muy repugnante en este discurso, y es que en ningún momento se refiere al «aborto voluntario», tan brutalmente normalizado en Francia como en casi toda la UE, ni a la firme defensa que hace la Iglesia católica del derecho a la vida de estos seres humanos a los que se elimina con todas las de la ley. Zemmour omite citarlo porque ya lo dejó claro en un tuit del 24 de octubre de 2021:
    «L’avortement est un drame pour chaque femme qui y a recours. Mais c’est un droit. Et je ne tiens absolument pas à revenir dessus.»
    («El aborto es una drama para cada mujer que recurre a él. Pero es un derecho. Y no pienso en absoluto volver sobre ello»)

    Ahora dice que «la Navidad es lo contrario de la guerra civil.» Decir eso es cómodo y reconfortante. Es un valor al uso que nadie le discutirá. Mera retórica. Más le hubiera valido decir que «La Navidad es lo contrario del aborto voluntario». Porque esta es una verdad pura y simple que está escondida bajo una hojarasca de falsedades pseudo-feministas que ningún político se atreve a barrer. Para ello hay que tener valor y jugársela. Zémmour es cobarde y solo juega sobre seguro.
    Dice que «Francia le debe mucho al catolicismo» ¿Sabe Zémmour lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre el aborto voluntario? Si no lo sabe, que no hable del catolicismo, porque no lo conoce, y si lo sabe que no sea hipócrita por omisión. El catolicismo se defiende en toda su integridad, no solo en aquello que interesa para obtener votos.
    Zémmour es un arribista, que se arrima al árbol cristiano para que le caigan votos cristianos y nutrirse de ellos para ejercer el poder. Da igual su ubicación política a la derecha o que no comulgue con Dios. Su discurso, justamente por resultar tan convincente, es un fraude. El Diablo, el gran embaucador, no lo hubiese confeccionado mejor.

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  • Felicitación de la Navidad 2021 de Éric Zemmour:
    «En el mundo del cristianismo, la libertad es de naturaleza divina y debe protegerse como el tesoro más preciado.»

    ¿La libertad para qué, Monsieur Zemmour? ¿Para tener el derecho a abortar? ¿Esa barbaridad es de naturaleza divina y debe protegerse como el bien más preciado? En el mundo del cristianismo no cabe esta brutalidad (aunque no falte quien quiera colarla, incluso des de dentro.) ¿Por qué no lo destacó usted, ya que le dio por discursear sobre el cristianismo?

    «Esta noche, los cristianos celebrarán el nacimiento de Jesús, pero los demás también pueden celebrar la Navidad. Para ello sirven los árboles de Navidad, los regalos, los besos y los sonrisas de los niños.»

    Los niños a los que no se ha permitido nacer porque los han abortado -230.000 al año en su querida Francia, Monsieur Zemmour- no darán besos ni sonrisas. ¿Qué Navidad celebró entonces usted, que no celebra el nacimiento de Jesús y que no piensa tocar para nada la ley del aborto? Ah! los arbolitos de Navidad. Pues mire: si este año le hacen Presidente podría usted dictaminar que para Navidad instalen en la plaza de la Bastilla, allí donde se colocaba la guillotina, un árbol de Navidad gigante, y que cuelguen de sus ramas, en forma de diminutas momias dentro de una cajita envuelta en celofán, a unos cuantos miles de estos fetos abortados.

    SANTA MISA DE NOCHEBUENA
    NATIVIDAD DEL SEÑOR
    HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
    Basílica Vaticana
    Jueves, 24 de diciembre de 2020
    «El Hijo de Dios nació descartado para decirnos que toda persona descartada es un hijo de Dios. Vino al mundo como un niño viene al mundo, débil y frágil, para que podamos acoger nuestras fragilidades con ternura. Y para descubrir algo importante: como en Belén, también con nosotros Dios quiere hacer grandes cosas a través de nuestra pobreza. Puso toda nuestra salvación en el pesebre de un establo y no tiene miedo a nuestra pobreza. ¡Dejemos que su misericordia transforme nuestras miserias!»

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  • He escuchado atentamente el discurso felicitación navideña de Eric Zemmour, candidato a la elección presidencial de la República Francesa. Es un discurso brillante de un diletante a sus electores, la extrema derecha farisaica, que confunden los valores republicanos con la baguette et le bon vin rouge. El primer calificativo que encuentro es el de hipócrita. Un racista, xenófobo y homófobo nunca defenderá los valores del cristianismo, ya que significa incluirlos todos. El cristianismo no es Miguel Angel, Mozart, Bach o Santa Teresa de Avila, sino amar al prójimo y como tal, entendemos al diferente, al desfavorecido, al necesitado. El primero de ellos, el que más protección precisa, es el que más riesgo tiene de ser eliminado de este mundo: el feto. Defender el aborto es dar alas a quienes abusan de los más débiles.
    En un Estado laico, el carácter pseudorreligioso de esta alocución y en boca de un no creyente, suena a oportunismo político y a cinismo, en su acepción negativa. Un discurso bien elaborado, de una persona culta, sin estridencias ni exabruptos y rotundamente hipócrita, que predica lo opuesto a lo que practica y a lo que afirma públicamente en sus actos de campaña. Señor candidato: defienda usted a los que necesitan ayuda para sobrevivir dignamente; defienda el derecho a la vida; defienda a todos sin distinción de colores ni creencias y háblenos luego de cristianismo.

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