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Oración para que nuestros hijos sean felices

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Aunque la vida en un hogar con hijos pequeños pueda ser un caos ruidoso que atormente a los vecinos y levante dolor de cabeza a los padres, pocas cosas son tan genuinamente bellas como la alegría espontánea de los niños.

«¡No gritéis tanto!», «¡Por Dios, que tenemos vecinos!» «¡Recoged eso ahora mismo!», «¡Haz el favor de portarte bien!» «¡Deja de enredar ya de una vez!»… Hay frases que a un padre de familia no se le caen de la boca para mantener el orden de la convivencia, a pesar de que tantas veces desearía desterrarlas para que fluyese libre el caudal de su vital alegría.

Especialmente, cuando el contraste con sus propios agobios y sinsabores de adulto muestra aún más a las claras lo necesaria que es la felicidad chisporroteante en la niñez. Por eso, más que armarse de paciencia –que siempre es más frágil de lo que nos gustaría–, conviene ponernos en manos del Dios que se hizo Niño, para pedirle que conserve la alegría de nuestros hijos… y para que nos contagiemos nosotros mismos de ella.

Si el lector sabe de lo que hablo, tal vez encuentre útil esta oración:

Oración para que nuestros hijos sean felices

Jesús, haz que mis hijos vivan felices incluso a pesar de las dificultades, decepciones e imprevistos que encuentren en su vida.

Que en su niñez les conserves e incrementes la alegría espontánea, la carcajada sincera, la música de su risa.

Construye en ellos recuerdos felices, que sean un puerto seguro al que volver de adultos.

Que cuando crezcan, mantengan la esperanza cuando el horizonte sea negro, y que sean siempre capaces de ver lo positivo de cada situación.

Mantén hoy viva su alegría en mitad de las tormentas, y mañana, su felicidad en medio de las penas.

Haz que ahora se anclen en Ti para comprender que la felicidad no es un sentimiento pasajero, ni siquiera una esperanza bien fundada, sino la certeza de que Tú nunca nos abandonas.

Dales siempre a mis hijos motivos para ser felices a lo largo de su vida, hasta que, ya ancianos, puedan mirar con satisfacción sus días vividos, mientras su madre y yo les sonriamos desde el cielo, prontos a abrazarlos de nuevo y para siempre.

Regala a mis pequeños la fuerza de amor necesaria para que sus lágrimas nunca ahoguen sus carcajadas.

Mantenlos felices. Mantenlos alegres.

Amén

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