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“Sound of freedom” y la manipulación

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La película “Sound of freedom” (Sonido de libertad), de Alejandro Monteverde, está siendo en las últimas semanas una de las más vistas en las pantallas españolas, tras un gran éxito en Estados Unidos y en muchos otros países. Es una de las más taquilleras de los últimos años, a pesar de ser un film de bajo presupuesto.

La forma en que ha sido tratada por gran parte de la prensa española merece una reflexión. No solo en lo referente al propio film, sino sobre el conjunto del funcionamiento de los medios de comunicación en relación con la transmisión de la verdad.

Anotemos que desde diversos medios de comunicación está siendo habitual la referencia al “periodismo de calidad”. Es muy frecuente hacerlo en los editoriales de algunos medios que se autositúan en la elite de calidad. Los directores de dichos medios abogan por la importancia de la información contrastada frente al imparable alud informativo a través del mundo digital y, sobre todo, de las redes sociales.

Tienen razón. La información debe hacerse con seriedad, a fondo, confirmando los datos aportados, evitando las fakes news. Los artículos de las páginas o secciones de Opinión, por su lado, deben ser sólidos, con un cierto nivel de profundidad y que aporten ideas y datos, aunque precisamente por ser de “opinión”, pueda ser discutible no solo la redacción y el tema, sino también la interpretación y la valoración de quienes los escriben.

Y en todo buen periodismo es fundamental saber separar información y opinión. Aunque en los últimos años ya no suele usarse tal frase porque entre muchos se ha difuminado el sentido de la verdad, creo que sigue siendo válido aquello de que “los hechos son sagrados, las opiniones son libres”.

No es dudoso que las redes sociales son extraordinariamente útiles para informar, conectar y compartir, pero también lo son para difundir con enorme rapidez y amplitud rumores y falsedades. Se ve a diario. Aceptado esto, el problema está en saber dónde está el periodismo de calidad a la vista de muchos periódicos, radios y televisiones más o menos convencionales.

Somos testigos de cómo tratan una y otra vez determinados temas muchos de estos periódicos o emisoras que se autocalifican de calidad. Basta recordar al lector cómo tratan de forma persistente temas referentes a la Iglesia Católica. O, soy testigo de primer nivel por estar al frente desde hace muchos años de entidades profamilia y provida, cómo cancelan sistemáticamente noticias positivas e incluso muy importantes, condenándolas al silencio más absoluto.

Como ejemplo que he vivido no pocas veces de primera mano: cualquier mínima noticia promotora de lo LGTBI+ obtiene en estos medios un gran eco y, sin embargo, no se destina ni una línea a congresos de familia o provida aunque en ellos participen figuras de primer nivel mundial en los campos de la ciencia, la medicina, la educación, la historia, la filosofía, la sociología, etc. Y no es porque no se les convoque o envíe información. ¿Es esto información de calidad? Y, sin entrar en el barullo de la política, basta ver también cómo se seleccionan las informaciones de libros, obras de teatro, festivales…

Nadie es del todo objetivo. Es imposible por ser humanos, pero lo cierto es que hay quienes intentan acercarse a la objetividad, buscar ser imparciales y transmitir lo que han visto, lo ocurrido, sin alteraciones en función de sus gustos o criterios. Muchos otros, por el contrario, parten siempre de ideas preconcebidas. Esto se ha convertido en una pandemia en el periodismo de los últimos años. En la forma de seleccionar los temas tratados y de explicarlos ni siquiera se pretende que coincida con la realidad de lo que sucede, sino que es pura plasmación de las elucubraciones del que emite la información.

Los ejemplos podrían ser infinitos. Estos últimos días se ha podido ver con relación a la citada película, “Sound of freedom”, sobre el tráfico de niños con finalidades sexuales, de la cual el principal protagonista es Jim Caviezel, y el productor Eduardo Verástegui. Es obvio que puede gustar o no, considerar estupendo o desastroso el guion o la dirección, la interpretación, el mensaje, los efectos especiales, la trama, etc. Es muy libre. Pero leer algunas supuestas críticas sobre la película resultó alucinante.

No hablaban para nada del film, pero lo descalificaban con toda clase de adjetivos atribuyéndole supuestas conspiraciones. Como Caviezel y Verástegui con católicos confesos y se les considera conservadores, en Estados Unidos lanzaron toda la artillería en función de la política. Solo un pequeño detalle: lo que trata la película nada tiene que ver con las acusaciones aparecidas en la prensa.

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