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Tensiones en la Iglesia. La respuesta está en el Sermón de la Montaña

Editorial

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Las Bienaventuranzas y el conjunto que expone el llamado Sermón de la Montaña, que seguramente recopila la palabra de Jesús recogida por la comunidad en diversas ocasiones, constituye uno de los núcleos esenciales de la vida cristiana, en los que se encuentra la respuesta que trasciende a la historia (Mateo 5, Mateo 6 y Mateo 7).

Precisamente por esta capacidad curativa debería ser uno de los recursos principales a los que acudir en este tiempo de tensiones graves en la Iglesia.

En esta ocasión desde el liberalismo existe una acción de continuada agresión sobre el catolicismo, básicamente sobre cuestiones como el aborto, el matrimonio homosexual, el celibato sacerdotal y el sacerdocio de las mujeres. En este sentido, el feminismo de género y las identidades de género como formulaciones políticas surgidas de la perspectiva de género, han penetrado en el seno de la Iglesia. Asimismo, los escándalos por los casos de pederastia concentrados en menores varones han hecho un gran daño, que ha sido debidamente amplificado

Pero todas estas dificultades, por importantes que sean, resultan menores ante el grave problema de las disensiones internas que tienen sobre todo dos polos territoriales, aunque sus respectivos puntos de vista se extiendan más allá de aquellos dos países concernidos, Alemania por una parte y EEUU por otra.

Un sector de la Iglesia de EEUU, que tiene como persona de mayor relieve al Cardenal Burke, mantiene una actitud crítica hacia diversas formulaciones doctrinales surgidas durante este Papado. La última con motivo del Sínodo para la Amazonia y la cuestión de la aceptación bajo determinadas condiciones de adultos mayores casados para el ejercicio del sacerdocio. El hecho de que esta propuesta de trabajo se circunscriba a una región muy concreta del mundo no ha sido óbice para desencadenar otra vez una crítica importante.

Desde una vertiente opuesta, se encuentra el caso alemán, posiblemente más grave porque no afecta solo a unos miembros del episcopado, por relevantes que sean, sino que es la propia Conferencia Episcopal con su presidente el Cardenal Reinhard Marx quien promueve la iniciativa. Se trata de la realización del “camino sinodal” que debatirá sobre el celibato, la ordenación de las mujeres o la homosexualidad, a pesar de la advertencia del responsable de la Congregación de Obispos, Marc Ouellet, de que no lo hiciera, y también la clara oposición del papa Francisco. La razón de la discrepancia es muy concreta y sin duda importante. La Iglesia alemana intenta tratar a nivel nacional cuestiones que afectan a la Iglesia universal y por tanto a ella compiten, al Santo Padre y en su caso en Sínodo de los Obispos. Es, seguramente, la reacción poco satisfactoria de una Iglesia que se encuentra muy afectada precisamente por los escándalos de pederastia. Pero resulta bastante evidente que la respuesta que intenta dar no es el camino.

Como apuntábamos al inicio, la Iglesia Católica tiene otras vías para afrontar las realidades adversas, y sin duda una de ellas, decisiva, es la profundización de las Bienaventuranzas y el Sermón de la Montaña para afrontar las discrepancias internas. En todos estos planteamientos Jesús no añade más conocimiento al conocimiento humano, sino que presenta la realidad de Dios, la perspectiva de Dios, que determina una nueva existencia y que implica reconocer que el esfuerzo de la propia persona por sí misma no puede alcanzar. Señala para cada uno y para toda la comunidad unas nuevas relaciones, una manera de hacer y de ser de la que surge una moral y no a la inversa.

Si tienes algo contra tu hermano…, dice Jesús… Ni tan solo dice “si odias”, sino simplemente que tengas un principio de contrariedad hacia él, sabes que tu deber es buscar antes que nada la reconciliación. También vale la pena recordar de entre las diversas exigencias de vida que se formulan en aquellos textos evangélicos, que se debe tratar al otro como quieres ser tratado, situarte en el lugar del otro. Se trata, en definitiva, de amar al otro a pesar de que creas que éste te haya dado derecho a odiarlo, o porque piensas que infringe un daño.

Todo esto, obviamente, es imposible sin la ayuda de lo alto. Pero eso ya lo sabemos, la cuestión es si además de conocerlo, vivimos de acuerdo con Él.

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