«Soy feliz, no quiero la eutanasia», afirma en una entrevista en la radio catalana RAC1 Xavi Argemí. Argemí tiene distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad degenerativa terminal y acaba de publicar Aprender a morir para poder vivir (Rosa dels Vents), todavía solamente en catalán.
Xavi Argemí tiene 25 años, es de Sabadell, estudia multimedia en la UOC y no sale de casa desde el verano del año pasado porque tiene una enfermedad degenerativa incurable, que hace que cualquier resfriado que coja se pueda complicar mucho. Él lo que quiere es disfrutar del tiempo que le queda, y para poder hacerlo tiene estos pilares: la familia, los amigos, el apoyo espiritual católicos, la medicina y los cuidados paliativos.
En el siguiente vídeo, un testimonio directo con el autor explica el valor que han dado los cuidados paliativos a Argemí:
El mensaje de Argemí se trata de un testimonio inspirador y que debe ser escuchado ahora que el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos preparan la aprobación de una Ley de Eutanasia que impondría esta práctica en el país y desplazaría los cuidados paliativos.
La entrevista en RAC1 se produce en el contexto del programa Islàndia, conducido por el periodista y presentador Albert Om. Se puede escuchar a continuación en catalán:
En la entrevista se muestra como Argemí, que tiene la muerte tan cerca, quiere explicar cómo ve la vida. No quiere la eutanasia, quiere vivir hasta el último segundo que pueda.
Él cree que la gente que está a punto de morir necesita acompañamiento y no que le ayuden a poner fin a la vida. Es una mirada diferente al mensaje que numerosos sectores de la sociedad dan sobre el final de la vida.
Albert Om se desplazó hasta Matadepera para conocer a Argemí.
A continuación algunas de las afirmaciones de Xavi Argemí durante la entrevista:
«Beber un vaso de agua, por mí, ya es muy»
«No pienso cuánto tiempo me queda»
«Pau Donés dio un ejemplo muy bueno y no era creyente»
«Soy feliz, no quiero la eutanasia»
«La eutanasia hace que los enfermos nos sentimos un estorbo para la sociedad»
«Me imagino el cielo como la felicidad máxima»
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Aunque estos genocidas Sánchez e Iglesias no crean en Dios, existe Dios. Quiera Dios que tengan una larga y tranquila vida. Para que cuando comparezcan ante Dios, su sentencia no tenga atenuantes.