El título del artículo de Carl R. Trueman, La muerte del protestantismo tradicional, publicado por First Things, no puede ser más explícito. Detalla cómo esta Iglesia vive un proceso de extinción provocado por su propia práctica. Las denominaciones protestantes históricas en EE. UU. (como los episcopalianos, presbiterianos, metodistas, etc.) han dejado de ser fuerzas vivas del cristianismo. La causa fundamental: se han vaciado teológicamente y han perdido credibilidad moral al seguir el espíritu de la época (el zeitgeist) en lugar del Evangelio.
En lugar de proclamar verdades cristianas trascendentes, estas iglesias se han convertido en plataformas para causas políticas progresistas.
En lugar de proclamar verdades cristianas trascendentes, estas iglesias se han convertido en plataformas para causas políticas progresistas. Esto ha erosionado su autoridad y ha vaciado sus iglesias. Sus élites eclesiásticas viven en burbujas ideológicas que no representan las preocupaciones espirituales reales de las comunidades locales mientras se practica una teología elitista que ahuyenta a los creyentes. Ya no son interlocutores sociales significativos porque han dejado de ofrecer un mensaje distinto del que ya predican los medios y las ONG y han sido reemplazadas en su papel profético por movimientos seculares.
Aunque el artículo no da cifras, hay consenso en que estas iglesias han perdido millones de miembros en las últimas décadas, mientras que las denominaciones evangélicas y carismáticas, es decir, las que no responde al perfil y orientación religiosa del protestantismo tradicional, han resistido mejor porque mantienen una identidad doctrinal clara.
No han sido perseguidas ni marginadas desde fuera; su desaparición es consecuencia directa de su decisión de diluir el contenido cristiano para agradar al mundo. Para el autor —que es protestante y escribe como tal— este protestantismo está muerto. Puede seguir existiendo institucionalmente, pero ha dejado de ser espiritualmente significativo.
De hecho, y esto lo añadimos nosotros, han olvidado un punto esencial de Lutero, para quien el cristianismo es en esencia una fe doctrinal, definida por declaraciones dogmáticas. Confrontado con la reducción de la fe por parte de Erasmo a vagas piedades prácticas, una preocupación impulsada en parte por el deseo del holandés de desactivar el conflicto doctrinal, Lutero afirmó que cualquier cristianismo sin afirmaciones no era cristianismo en absoluto.
La Comunión Anglicana
Para la otra gran confesión de las Iglesias reformadas, la Comunión Anglicana, el desastre es todavía mayor porque une a la pérdida a chorros de fieles —y de sacerdotes pasados al catolicismo— en sus territorios originales, Inglaterra y después Estados Unidos, una división consumada, que ha separado los territorios más dinámicos de los del ámbito Occidental.
La Comunión Anglicana se ha dividido formalmente en dos, principalmente debido al nombramiento de Sarah Mullally como la nueva arzobispa de Canterbury y a los profundos desacuerdos sobre temas de sexualidad, ordenación femenina y autoridad doctrinal.
La Comunión Anglicana es una agrupación mundial de iglesias independientes, pero en plena comunión con la Iglesia de Inglaterra y el arzobispo de Canterbury.
La Comunión Anglicana es una agrupación mundial de iglesias independientes, pero en plena comunión con la Iglesia de Inglaterra y el arzobispo de Canterbury. A lo largo de su historia, ha gestionado tensiones internas sobre cuestiones sociales y doctrinales, como el papel de la mujer, el matrimonio y la homosexualidad. El sistema anglicano fomenta la autonomía de cada provincia, lo que ha permitido diferencias y disputas reiteradas sin solución legislativa común.
La designación de Sarah Mullally, la primera mujer en liderar la Iglesia de Inglaterra en 500 años, se convirtió en punto de quiebra.
La designación de Sarah Mullally, la primera mujer en liderar la Iglesia de Inglaterra en 500 años, se convirtió en punto de quiebra. Su postura liberal en materias como la bendición de las uniones del mismo sexo ha irritado especialmente a las provincias del Sur Global, donde predominan posiciones conservadoras. y reúne a muchas de estas provincias, lamentó públicamente el nombramiento y lo considera un alejamiento de la tradición anglicana y de los fundamentos bíblicos sobre matrimonio y sexualidad.
La Global Anglican Future Conference (GAFCON) y la Comunidad de Iglesias Anglicanas del Sur Global ya venían organizándose, desde 2008, como alternativas ante la «realineación» doctrinal originada por desacuerdos relacionados con la homosexualidad y la autoridad eclesiástica. Tras la elección de Mullally, líderes de estas provincias han anunciado que consideran la Comunión Anglicana oficialmente dividida en dos bloques: uno, progresista, centrado en Europa y América del Norte, y otro, tradicionalista, en África y partes de Asia y Oceanía.
La fractura es la conclusión final de una larga historia de disputas sobre identidad, doctrina y autoridad en el anglicanismo, exacerbada por cambios sociales y teológicos recientes.
Las iglesias y provincias participantes en GAFCON incluyen las Iglesias Anglicanas de Nigeria, Uganda, Kenia, Sudan del Sur, Ruanda, la Iglesia Anglicana en América del Norte (ACNA), que reúne anglicanos en Estados Unidos, Canadá y México, la Iglesia Anglicana de Brasil, Chile, Provincia Anglicana de Alejandría (Norte de África y Medio Oriente) y Provincia de la Iglesia Anglicana del Congo. También, la Iglesia Anglicana Evangélica Reformada de Sudáfrica, la Red Anglicana en Europa, la Iglesia Anglicana del océano Índico, la Iglesia Anglicana en Myanmar y la Iglesia Anglicana en América del Sur (Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay)
Hoy, GAFCON es liderada por el Consejo de Primados, integrado por los primados de las provincias que participan activamente en la conferencia y representan la «comunión anglicana global realineada», al margen de la que sigue a la tradición del primado de Canterbury. Además, cuenta con la representación de movimientos como la Anglican Network in Europe, el Free Church of England, la diócesis de Southern Cross (Australia), y la Iglesia de los Confesantes Anglicanos de Nueva Zelanda.
Esta división representa la pérdida de una gran parte de los fieles del anglicanismo tradicional, solo Nigeria significa 18 millones de fieles, implica la ruptura formal de sus vínculos espirituales y doctrinales con la Iglesia de Inglaterra y la Conferencia de Canterbury. Es un daño terrible puesto que, en países como el Reino Unido, la Iglesia Anglicana ha perdido hasta la mitad de sus fieles en las últimas tres décadas debido a su orientación hacia posturas liberales, como la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que ha generado divisiones internas profundas y escisiones formales.
Por tanto, la separación puede suponer la pérdida de decenas de millones de fieles para la Conferencia Global tradicional anglicana a nivel mundial, considerando la gran cantidad de miembros que congregan las iglesias anglicanas africanas y otros grupos conservadores que ya no reconocen el liderazgo de Canterbury.
En una estimación de rango, es probable que de 25 a 30 millones de fieles en provincias anglicanas conservadoras se separen de la Comunión Anglicana.
Según censos más amplios, alrededor de 23 millones de personas en Inglaterra y Gales se identifican como anglicanos, aunque solo del orden de un millón participan activamente en la iglesia.
Esta declaración la hizo formalmente, no en la catedral luterana, sino en el pub London, de Oslo, famoso como lugar de encuentro gay
Pero el desastre, en lugar de amainar, continua: el jueves 16 de octubre, el presidente de la Iglesia Evangélica Luterana de Noruega, otra más de las que está en cuadro, pidió perdón públicamente porque causó décadas de “vergüenza y dolor a la comunidad LGTBIQ+” una denominación que no solo está al margen de la antropología cristiana, sino que como conjunto tiene como quien dice cuatro días de vida. Pero no importa, lo que es necesario es pasar por el aro, y así lo hizo el obispo principal Olav Fykse Tveit. Esta declaración la hizo formalmente, no en la catedral luterana, sino en el pub London, de Oslo, famoso como lugar de encuentro gay, para llegar a la sala el dicho obispo se paseó y fotografió en la alfombra de celebridades, que en este caso no era roja, como mandan los cánones, sino arcoíris.
Estas Iglesias y elites funcionariales, resisten como instituciones cada vez más vacías, sobre todo en Europa, porque son iglesias de estado, en el Reino Unido, y en el luteranismo nórdico, donde ser pastor significa disponer de un buen salario y una casa garantizados por el estado, que ven en ellos la continuidad de una tradición nacional y una práctica benéfica bien orientadas con el mandato político, con excepciones rápidamente cercenadas.
Todo esto es terrible para una parte del cristianismo, pues disminuye buena parte del sentido ecuménico desde la perspectiva católica, y solo tiene una ventaja: muestra el desastre de supeditar el mandato de Jesucristo, la tradición y el magisterio, a la última moda de una parte, cada vez más pequeña, vieja y decadente del mundo.
La autodestrucción protestante es una advertencia para todo el cristianismo. Cuando la fe se adapta al mundo, el mundo ya no necesita la fe. #protestantismo #anglicalismo Compartir en X






