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Francisco pide creer, pero también purificar esa fe cada día

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El Papa Francisco ha dirigido unas palabras a la audiencia que le acompaña en la plaza San Pedro del Vaticano con motivo del rezo mariano del Ángelus. A diez días de la celebración de la Navidad, el obispo de Roma ha exaltado a los fieles a purificar la fe hacia Dios todos los días, no solamente creer en Él.

En su reflexión dominical sobre el Evangelio, el cardenal Bergoglio pidió que vivamos el Adviento como un tiempo de gracia, «sin dejarnos distraer por cosas externas», «haciendo un espacio en el corazón para Jesús, que quiere sanar nuestras enfermedades y darnos su alegría»; ya que para volver a nacer «no es suficiente creer en Dios, sino que hay que purificar nuestra fe todos los días».

Y es que este 15 de diciembre es el tercer domingo de Adviento, también conocido como «domingo de la alegría».

El Evangelio del día narra la duda planteada por Juan el Bautista desde la cárcel al haber oído las obras del Mesías, quien manda a preguntar a Jesús «si es Él quien ha de venir o si en su lugar tenemos que esperar a otro»; el Papa destaca la respuesta del Maestro: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí».

La salvación: purificar la fe en Dios

Según este pasaje bíblico, Francisco explica que la salvación envuelve al hombre por completo y lo regenera. «Se trata en definitiva de que para salvarnos y nacer a la vida eterna, es necesario que muera nuestro pecado», afirma el Pontífice.

«Pero este nuevo nacimiento, con la alegría que lo acompaña -prosigue el Papa- siempre presupone una muerte para nosotros y para el pecado que está en nosotros. De ahí el llamado a la conversión, que es la base de la predicación tanto del Bautista como de Jesús; y que puntualmente se trata de convertir la idea que tenemos de Dios».

Es por ello que en Adviento se nos anima a volver a nacer, precisamente con la pregunta que Juan el Bautista le hace a Jesús: «¿Eres tú quien tiene que venir o debemos esperar a otro?» (Mt 11,3).

Una pregunta totalmente natural teniendo en cuenta- explica el Papa- que durante toda la vida, «Juan ha estado esperando al Mesías; su estilo de vida, su propio cuerpo está plasmado por esta espera».

«Esta es también la razón por la cual Jesús lo alaba con estas palabras: nadie es más grande que el que nació de una mujer (ver Mt 11,11). Y sin embargo, él también tuvo que convertirse a Jesús. Al igual que Juan, nosotros también estamos llamados a reconocer el rostro que Dios ha elegido asumir en Jesucristo, humilde y misericordioso«, explica el sucesor de Pedro en su reflexión.

Asimismo, el Santo Padre recuerda que el Adviento, «tiempo de gracia», nos dice que no basta solo con creer en Dios: «es necesario purificar nuestra fe todos los días. Tenemos que prepararnos para dar la bienvenida no a un personaje de cuento de hadas, sino al Dios que nos llama, nos involucra y ante quien se impone una elección: el Niño que yace en el Pesebre tiene el rostro de nuestros hermanos y hermanas más necesitados, de los pobres que son los privilegiados de este misterio y, a menudo, los que son más capaces de reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros» (Carta a Admirabile signum, 6).

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