fbpx

La identidad de la escuela católica: fe y razón (II)

Educación

COMPARTIR EN REDES

En nuestra anterior entrega analizábamos algunos aspectos del documento de la Congregación para la Educación Católica —“La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo”.

Vamos a continuar ahora con un tema que el texto menciona de pasada, pero que es fundamental en todo colegio que pretenda ofrecer una formación auténticamente católica; estoy refiriéndome a la relación entre fe y razón:

“En la escuela católica… la razón entra en diálogo con la fe, que permite acceder también a verdades que trascienden los datos de las ciencias empíricas y racionales por sí solas, para abrirse a la totalidad de la verdad con el fin de responder a las preguntas más profundas del alma humana que no se refieren solo a la realidad inmanente” (n. 20).

Efectivamente, la razón entra en diálogo con la fe puesto que ambas, fe y razón, permiten al hombre conocer la realidad, la realidad natural y la realidad sobrenatural. El inicio de la encíclica Fides et ratio de san Juan Pablo II es especialmente lúcido en este punto:

“La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”. Fides et ratio. 1998.

De la misma manera que el documento de la Congregación especifica que la escuela católica “exige un ambiente caracterizado por la búsqueda de la verdad” (n. 23), el Santo Padre nos habla en su encíclica del deseo de conocer la verdad.

Muchos hoy en día consideran trasnochado esto de conocer la verdad, porque se nos quiere hacer creer que el mero hecho de hablar de la existencia de la verdad constituye una actitud totalitaria, impositiva e intolerante. Sin embargo, en una escuela católica debería transmitirse a los alumnos la convicción de que tienen pleno derecho a conocer la verdad y, al mismo tiempo, deber grave de buscarla sin conformarse con medias verdades. Recuerdo aquí un dato fundamental: la opinión-actualmente encumbrada a las alturas-no es más que el grado ínfimo de la verdad.

“Hombre, conócete a ti mismo”, era una máxima de la filosofía griega que marcaba un objetivo mínimo a toda persona, el autoconocimiento; una actitud que permite al hombre reconocerse en medio de toda la creación precisamente como “el que se conoce a sí mismo”. De esta manera, el hombre tuvo conciencia muy pronto de ser el único ser de la creación visible que no sólo es capaz de saber, sino que también “sabe que sabe”, hasta tal punto que se puede de alguna manera describir al hombre como “el que busca la verdad”.

La Iglesia siempre ha presentado la razón y la fe como las dos alas que nos elevan y nos permiten desvelar el misterio más hondo de nuestro ser.

La Iglesia siempre ha presentado la razón y la fe como las dos alas que nos elevan y nos permiten desvelar el misterio más hondo de nuestro ser. Frente a aquellos que se empeñan en enfrentar la fe a lo razonable, la escuela católica debe siempre procurar evitar conformarse exclusivamente con el conocimiento propio de la razón humana, por muy noble y significativo que este sea: debe aspirar también a cultivar el conocimiento peculiar de la fe, sabiendo que este es tan específico y propio de la naturaleza humana como lo es el conocimiento racional.

Es necesario plantar cara en nuestras escuelas católicas a la corriente ideológica que describe la fe como algo propio de personas poco capaces o limitadas intelectualmente; corriente que suele a la vez afirmar, de una u otra manera, que la ciencia entra en conflicto directo con las ridículas y anticuadas afirmaciones de la fe.

Es imprescindible ofrecer a los alumnos una postura alternativa a la que presenta el conocimiento empírico como el único válido

Es imprescindible ofrecer a los alumnos una postura alternativa a la que presenta el conocimiento empírico como el único válido, despreciando todo conocimiento que no sea “constatable científicamente”. El amor de unos padres por sus hijos no es precisamente “constatable científicamente”, no se puede pesar, medir, etc., y, sin embargo, nadie en su sano juicio discutirá que es algo absolutamente real.

Por lo tanto, resulta imprescindible formar a los alumnos de la escuela católica en la convicción de que ciencia y fe son dos caminos para descubrir la verdad, la verdad natural y la verdad revelada, y nuestros jóvenes tienen derecho pleno a conocer ambas.

Así es, la fe y la religión no son para personas simples e inseguras o para aquellas que necesitan un asidero adicional al que agarrarse cuando la vida “pinta en bastos” porque no son capaces por ellas mismas de encontrar respuestas racionales a los interrogantes que les acosan. Muy al contrario, la religiosidad es la expresión más elevada de la persona humana y el culmen de su naturaleza racional. Además, fe y razón jamás se contraponen o se enfrentan, como se nos quiere hacer creer; es más, de la misma manera que la fe no teme la razón”, en expresión feliz de Santo Tomás, la razón necesita robustecerse mediante la fe.

San Buenaventura lo resumió de manera admirable, en frases de gran belleza:

No es suficiente el conocimiento sin la devoción, la búsqueda sin el impulso de la sorpresa, la prudencia sin la capacidad de abandonarse a la alegría, la actividad disociada de la religiosidad, el saber separado de la caridad, la inteligencia sin la humildad, el estudio no sostenido por la divina gracia, la reflexión sin la sabiduría inspirada por Dios”.

Ciertamente, qué poco vale el saber, por muy alto y estimable que sea, separado de la caridad, qué poco cuentan para la vida eterna todos nuestros trabajos y desvelos humanos, si no están sostenidos e iluminados por la gracia de Dios. Efectivamente, solamente la fe eleva y da plenitud al conocimiento humano.

Terminamos nuestra aportación de hoy con unas palabras de Benedicto XVI dirigidas a maestros católicos:

“Os animo encarecidamente a no perder nunca dicha sensibilidad e ilusión por la verdad; a no olvidar que la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de jóvenes a quienes habéis de comprender y querer, en quienes debéis suscitar esa sed de verdad que poseen en lo profundo y ese afán de superación. Sed para ellos estímulo y fortaleza”. Encuentro con los jóvenes profesores universitarios, Basílica de San Lorenzo de El Escorial. 19 de agosto de 2011.

No, la fe no es para jóvenes sin ambición intelectual o para aquellos que no se toman en serio su vida, la fe es propia de hombres, y de hombres valientes: ¡creer es muy de hombres!

La fe no es para jóvenes sin ambición intelectual o para aquellos que no se toman en serio su vida, la fe es propia de hombres, y de hombres valientes Clic para tuitear

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

1 Comentario. Dejar nuevo

  • Silveri Garrell (Blogger)
    19 marzo, 2024 19:32

    Solo se menciona la Razón en cuanto al proceso de «amar», no se hace referencia a la Razón en Filosofia , Ciencia, y el concepto del Universo. La Razón queda muy corta, se parece a los católicos que solo hablan del Aborto. Para empezar la Razon nos lleva a meditar que Dios segun el Genesis creó todo el universo en 6 dias, pero en los seminarios de los sacerdotes que ahora se jubilan les enseñaron que los 6 dias eran períodos de millones de años. ¿¿¿Donde está la famosa Razón Católica???

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.