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Padre Pepe, cura villero: “Los pobres de fe son los que más entienden la Pascua. Cristo resucitado es una experiencia cotidiana en su vida”

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El Padre Pepe di Paola llegó a la villa Carcova hace seis años, tras dos de exilio en un pueblo del interior, Santiago del Estero. Tuvo que irse de la villa 21, su destino anterior, por las amenazas de muerte recibidas de narcotraficantes. Nos acoge en la Parroquia de Don Bosco, la que él llama la Catedral, en comparación con las muchas capillas que se han ido erigiendo en las distintas barriadas pobres que la rodean, en cuyas calles el Estado ha renunciado a estar presente.

Los curas villeros, en colaboración con la fe popular que allí se encuentra, constituyen el principio civilizador que se opone a la violencia. Pepe tiene 57 años, pero su aspecto es jovial. Coopera en ello su melena y su negra indumentaria: camisa ancha por fuera de los pantalones. Es de sonrisa fácil. Sus ojos son verdes y chispean inteligencia. Se ve que disfruta estando con la gente, saludándoles, departiendo con ellos.

Entramos en su despacho para poder hablar a solas. Es un zulo sin ventanas y paredes de cemento. Apenas una mesa plagada de papeles y cachivaches, dos sillas y un par de estanterías. Un escenario caótico que expresa una vida urgente y austera.

Me ha sorprendido mucho la unidad que se vive en la villa entre las celebraciones a las que he asistido y la vida concreta de la calle.

Sí, nuestra propuesta litúrgica va acompañada de la vivencia del barrio. No es una liturgia desencarnada. Está vinculada a los modos de hacer del barrio. Eso ayuda mucho a que la Semana Santa sea vivida por el católico con más decisión. El problema es cuando las celebraciones se limitan a un mero hecho cultual. Se invita a la conversión y todo eso, pero esa llamada queda desconectada del mundo en el que a los cristianos les ha tocado vivir.

¿Una especie de angelismo autorreferencial?

Lo que nos pide el Papa Francisco es que salgamos de ese pequeño mundillo en el que vive uno. Todo lo que nos rodea nos ayuda a abrir la mente y el corazón. Aquí la propuesta que hacemos es esa.

Nuestra oración tiene la expectativa de que algunas personas encuentren su trabajo y dejen la droga

¿Qué nos invita a entender el Papa en su mensaje de Cuaresma cuando cita a San Pablo diciendo: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19)?

En mi barrio hay mucha violencia, mucha droga o falta de trabajo. Nuestra vida y nuestra oración tienen la expectativa de que algunas personas encuentren su trabajo y dejen la droga, desarrollando plenamente sus capacidades. Eso es lo que Dios tiene en su corazón y en su mente para cada uno de nosotros cuando nos crea. Nosotros, gracias a Jesús y a la Iglesia, soñamos que se va a restablecer ese vínculo armonioso entre los seres humanos y las capacidades que Dios nos ha regalado a cada uno de sus hijos.

¿Es posible documentar esta Pascua en la villas, dónde está tan presente la violencia?

Sí, en cosas sencillas. Tengo a muchos chicos que ahora están estudiando. Cuando empezamos aquí en la Parroquia, hace seis años, no iban a la escuela. También hay chicos que vivían en la calle y que hoy están o en su casa, porque han formalizado una pareja y porque pasaron por el centro de recuperación, o viven en alguna casita con otros chicos recuperados del consumo de droga. También tenemos grupos de hombres mayores que están solos y que son contenidos por la comunidad, que les da fortaleza y les hace descubrir las propias posibilidades de cada uno. Todos estos ejemplos aquí son muchísimos y tienen nombres concretos.

En todas las capillas de la villa los feligreses son pobres, ¿qué ganancia supone el pobre en la evangelización?

El pobre tiene una función básica. En el documento de Puebla, en 1979, se dice bien claro para América Latina: se opta preferencialmente por los pobres. El pobre es un centro que permite sacarnos de nuestra comodidad. Nos mete en el mundo real. No nos deja refugiarnos en nuestra burbuja de modos de hacer correctos, de cómo tienen que ser y hacerse las cosas, etc. El pobre llega con un montón de heridas, de vicios, con la droga, sin estudios,….

El pobre lleva en su humildad y su simplicidad muchos de los valores del evangelio

Entonces, ¿su papel exclusivo es el de descentrarnos?

No, el pobre además, muchas veces, lleva en su humildad y su simplicidad muchos de los valores del evangelio. Nosotros hablamos de una fe popular. Hay gentes nuestras que viven un catolicismo de origen poco eclesiástico, que fue transmitido de padres a hijos. Esto sucedió en muchos pueblos del interior de la Argentina y especialmente en el Paraguay. Por eso tienen una vinculación muy fuerte con lo religioso, con Dios y con la Iglesia.

De lo que dices, parece como si la secularización no hubiese llegado a vuestras clases populares.

La secularización y el laicismo son una cosa europea. En la capital, Buenos Aires, se han abandonado las raíces. Pero eso no pasa en el interior, donde he estado de párroco dos años, o en mucha gente de las villas. Las clases medias son mucho más manipulables. Creen mucho más lo que dice la televisión hegemonizada por el poder. Hay más autenticidad en la clase humilde. Los pobres de fe son los que más entienden la Pascua. Cristo resucitado es una experiencia cotidiana en su vida.

Nosotros vivimos con los pobres y nunca nos hemos encontrado con la petición del aborto

La Pascua y el evangelio son más fáciles de entender para el pobre. Sin embargo, siempre está la tentación de pensar que el pobre es más proclive a una religión entendida como “opio del pueblo”.

Los pobres creyentes son mucho más realistas. Pongo un ejemplo de actualidad en Argentina: el tema del aborto. La primera argumentación que dieron los partidarios fue que la clase más desfavorecida pedía el aborto. Sin embargo, nosotros vivimos con los pobres y nunca nos hemos encontrado con esa petición.

Lo que piden es salud, porque van a un hospital y no son atendidos, o trabajo, porque no tienen, o seguridad, o comida, o tener una cloaca, o una red de agua potable. Por eso el intelectualismo proabortista es algo fantasioso que se predica en las universidades con vehemencia y que es financiado por mucho dinero que viene de afuera.

¿A qué te refieres cuando dices “afuera”?

Este tema del aborto está orientado a reducir la población. Es la condición puesta por el FMI para seguir dándonos dinero. Macri acaba de recibir 200 millones de dólares para fomentar políticas de género. Y no ha recibido ni un peso para pagar las guardias en los hospitales o para recuperar a los chicos de la droga.

El gobierno trata de distraer de lo esencial introduciendo en la agenda discusiones que generan brecha

Es un dinero, entonces, que no ayuda a los más necesitados y a su Pascua.

No, es un dinero que sepulta lo que quieren o necesitan los pobres, cada vez más numerosos. El gobierno trata de distraer de lo esencial introduciendo en la agenda discusiones que generan brecha. En Argentina no tenemos problemas con las razas o con las nacionalidades. El modo que han encontrado de sembrar división es introducir el debate sobre el aborto. Nosotros estamos a favor de muchas políticas de género, especialmente en defender y proteger la igualdad de la mujer con el hombre, pero no con el aborto

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