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Progreso y ecologismo

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La idea de progreso caracteriza buena parte de la historia humana, y ha tenido formas especialmente influyentes en los últimos tres siglos.

Por ello se habla del «mito del progreso». Tal mito se puede aplicar a ciertos promotores del mercado libre, que defienden e imaginan que una economía sin restricciones, de tipo capitalista, mejoraría el mundo de modo asombroso.

También se aplica a las diversas propuestas marxistas, sea en el comunismo adoptado por Lenin y Stalin, sea en los ambiciosos programas de Mao, impuestos dramáticamente en China durante décadas.

En un primer análisis, parecería que el ecologismo, o el ambientalismo, o movimientos semejantes, irían en contra de la idea del progreso, porque denuncian como peligrosos ciertos desarrollos tecnológicos.

Existe, sin embargo, un hilo conector que une a los defensores del capitalismo libertario y del comunismo en sus diferentes formas con el ecologismo: la idea de que el hombre, con decisiones bien pensadas, puede alcanzar mejoras importantes.

Según esa idea, basta una eficaz aplicación de la ciencia, apoyada por una sana disciplina y por leyes y gobiernos con ideas ambientalistas, para que se eliminen los graves daños del planeta y se alcance un equilibro ecológico benéfico para todos.

Aunque ciertas formas de ecologismo van contra una producción industrial sin controles y contra utopías comunistas que han provocado graves daños ambientales, coinciden con esos fenómenos en la presunción de que el hombre puede, con ideas adecuadas, arreglar el mundo.

La larga historia humana, con millones de víctimas inocentes y con daños inmensos provocados en nombre del progreso, parece insuficiente para alertar ante el engaño de tantas propuestas que creen que bastan las ideas y la energía de algunos gobernantes y de muchos activistas para arreglar el mundo.

Porque si algo podemos aprender de los daños provocados por la Revolución Francesa, por las guerras napoleónicas, por la absurda Primera Guerra Mundial, por los ingentes daños del nazismo, del comunismo y del maoísmo, es que proyectos presentados como mejoras radicales del mundo han provocado ríos de sangre y de lágrimas de millones de inocentes.

Los grupos que promueven una mejora ambiental pueden ofrecer importantes reflexiones para contrarrestar ideas dañinas de progreso que provocarían enormes daños a la humanidad. Pero solo lo harán de modo adecuado si evitan los errores de tantas utopías que, con la bandera de mejorar el mundo, han causado más daños que beneficios.

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