Francisco, con motivo de la Pascua de Resurrección y antes de la bendición “urbi et orbi”, realizada no desde el balcón habitual sino dentro de la basílica de San Pedro, envió, como es habitual en él, un mensaje rotundo al mundo, y específicamente a Europa, en un gesto poco habitual en este Papa, que ha dejado a esta región del mundo en un segundo plano, en su línea de primar las “periferias existenciales, también las geoeconómicas”.
Estos son sus mensajes más importantes:
- A los dañados por la pandemia: «sobre todo a los que han resultado afectados directamente por el coronavirus: los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos, y que en algunos casos ni siquiera han podido darles el último adiós». Recordó especialmente a los ancianos y a las personas que están solas y también «a quienes trabajan en los centros de salud, o viven en los cuarteles y en las cárceles».
- La oración. Rezó para que Jesús «conceda fortaleza y esperanza a los médicos y a los enfermeros, que en todas partes ofrecen un testimonio de cuidado y amor al prójimo hasta la extenuación de sus fuerzas y, no pocas veces, hasta el sacrificio de su propia salud». Y también por «quienes trabajan asiduamente para garantizar los servicios esenciales necesarios para la convivencia civil, a las fuerzas del orden y a los militares, que en muchos países han contribuido a mitigar las dificultades y sufrimientos de la población».
- El confinamiento: «ha sido una ocasión para reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida, para estar con los seres queridos y disfrutar de su compañía». Pero para otros «es un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo».
- A los políticos: «a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas».
- Llamada a la unidad de acción. «Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia», aseveró. Y pidió que se «conceda esperanza a todos los pobres, a quienes viven en las periferias, a los refugiados y a los que no tienen un hogar».
- Una apelación internacional. Sobre las sanciones y la deuda que se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados y se reduzca, o incluso condone, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres. Los conflictos bélicos. «Un alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo», como ha pedido la ONU. «No es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas. Rezó para que este periodo sea, en cambio, «el tiempo para poner fin a la guerra que ha ensangrentado a Siria, al conflicto en Yemen, al de Ucrania y a las tensiones en Irak, como también en el Líbano» y que » israelíes y palestinos reanuden el diálogo
- “Es muy urgente, sobre todo en las circunstancias actuales, que las rivalidades no recobren fuerza, sino que todos se reconozcan parte de una única familia y se sostengan mutuamente». «Hoy, la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico, del que dependerá no solo su futuro, sino el del mundo entero. Que no pierda la ocasión para demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones innovadoras».