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El Partido Popular, ni fiable ni creíble. ¿Cómo se le puede votar?

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El adjetivo fiable significa que es digno de confianza, sin error y seguro.  Procede de latín fidere: “confiar, dar o prestar algo en confianza”. Por su parte, creíble comporta que se puede o debe creer; que es digno de ser creído, y que merece serlo. Son dos virtudes esenciales en política, porque sin ellas solo los fanáticos de la etiqueta votan por aquellos que no las posean.

Es una de las grandes debilidades estructurales del presidente Sánchez, por eso la población en una gran mayoría desconfía de él. Es lógico, ha dicho cosas que luego no ha hecho, adoptando posiciones incluso contrarias, como cuando afirmó que nunca pactaría con Unidas Podemos o con Bildu, o cuando consideraba que el lugar de los líderes independentistas era la cárcel. Esto no significa tener posiciones inamovibles o carecer de toda capacidad para rectificar. En estos casos, que pueden y deben darse, el cambio de actitud se fundamenta en un determinado procedimiento y en una clara explicación pública. “Pensaba que era así y ahora me doy cuenta de que es de otra manera, o bien después de debatirlo con el partido o con el gobierno, he llegado a la conclusión que tenía que enfocarlo en este otro sentido”. Entonces, el cambio de posición dignifica a quien la manifiesta porque está honrando otra virtud necesaria como es la de la honestidad. Pero Sánchez, siempre intenta hacernos creer que todo empieza con él, en el mismo instante en que cambia de posición. Y por este simple hecho, por su conveniencia, todo queda justificado. Y no es así, claro está.

El líder del Partido Popular, Núñez Feijóo, se nos ha presentado siempre como una persona fiable, utilizando con frecuencia otra palabra como si fuera sinónimo; el ser previsible. Quizá haya sido así en su largo tiempo de presidente del gobierno de Galicia, a juzgar por sus reiterados éxitos electorales, pero como se dice en el terreno de las finanzas, rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Por tanto, ahora, su fiabilidad y credibilidad como hipotético presidente del Gobierno sí le valen ganar con sus actos. Esta es una primera consideración.

La segunda consideración guarda relación con el aborto. Este es un tema crucial para nuestra sociedad. En Forum libertas, hoy lo hemos reiterado y en diversas ocasiones. Por tanto, no vamos a insistir en el porqué de su importancia, hoy nos limitamos a subrayarlo.

Es un tema trágico por diversas razones, de ámbito individual, de la mujer afectada, del ser humano al que se le mata para que no nazca, y colectivamente por el gran daño demográfico y económico que genera sobre toda la población, y por el destrozo moral que encierra, porque le dice a toda una sociedad que la solución a determinados problemas pasa por la muerte de seres humanos, que desde el punto de vista del poder establecido son marginales, bien porque todavía no ha nacido, bien porque se encuentran al final de la vida. Así, se niega la condición esencial de lo humano: su dignidad, con independencia de las circunstancias en las que se encuentre.

Por consiguiente, cometer en esta cuestión una falta absoluta de fiabilidad y de credibilidad, multiplica lo contrario de lo que significan en estas dos virtudes convertidas, entonces, en vicios: los de la  infidelidad y de la incredibilidad.

Y esto es lo que ha hecho Núñez Feijóo al afirmar su pleno acuerdo con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso de la ley del aborto, y elogiar la naturaleza de esta ley, porque estaba bien construida y era semejante a otras de nuestro entorno.

Son muy graves estas manifestaciones, en primer lugar porque eran innecesarias. Podría seguir con la lamentable tónica de su partido en este tema, poniéndose de perfil, pero ha querido deliberadamente marcar una posición substancial, que es la misma exactamente que la de Sánchez, la del Partido Socialista y de Unidas Podemos. Que discrepe en algún aspecto concreto; el de la posibilidad de abortar las menores sin conocimiento de sus padres es un tema menor cuando se ha asumido el aborto como derecho, negando  por tanto el derecho a la vida que proclama el artículo 15 de la Constitución, tal y como reconocía la primera sentencia sobre la anterior ley del aborto.

Pero hay muchos más motivos para repudiar políticamente a Núñez  Feijóo y a su partido, que lo consiente en el más grande de los silencios.

Primero porque contraviene los estatutos de su partido aprobados en un congreso. Por muy dirigente que sea, no puede cepillarse de esta manera un acuerdo colectivo. Al actuar así, nos dice que poco le importan los acuerdos precedentes, aunque sean tan magnos y formales como los estatutos de un partido, las proclamas de un congreso. ¿Cómo vamos a creerlo de ahora en adelante en otros temas, si en este, tan vinculado al sentido moral, como es el de la vida humana, lo ignora olímpicamente en función de lo que le interese?

Lo que ha hecho el líder del Partido Popular es  un cambio radical de la postura de su partido que, no lo olvidemos, fue quien presentó el recurso de inconstitucionalidad, que a lo largo  de 54 páginas exponía las razones  por las cuales es inconstitucional una ley de plazos, y que solo en su caso una determinada ley de supuestos era compatible con lo establecido por la Constitución española y la jurisprudencia establecida por el propio Tribunal Constitucional. Ausencia de credibilidad, de fiabilidad, con el añadido además de una notable frivolidad. Con estos mimbres es muy difícil fabricar un presidente de gobierno.

Pero es que además, la sentencia del Tribunal Constitucional venía precedida de un escandaloso comportamiento por parte de la mayoría gubernamental, al negarse a asumir las recusaciones objetivas que pesaban sobre cuatro miembros, y de impedir con sus votos el apartamiento voluntario de una de las magistradas, que sí asumía las causas de la recusación. Es un hecho nunca visto que ha hundido al TC en la miseria moral, y le ha liquidado el prestigio que le pudiera quedar. El PP criticó este hecho, para poco después asumir con aplausos su resultado, la constitucionalidad inmaculada de la Ley Aído.

El PP y con él Núñez Feijóo, sufren un error. Consideran cautivo al voto católico y al voto provida. Pues no. Desde aquí y ya desde ahora decimos no.

No vamos a votar al PP en las elecciones autonómicas, con independencia del resultado que podamos pensar que se produzca, porque hay que poner coto de una vez por todas a esta cultura que contamina casi todo el espectro político, y que ahora afecta a un hecho tan substancial como la vida humana. Apelando siempre al “voto útil”, al voto cautivo, hemos convertido nuestras convicciones en nada. Se acabó.

No votaremos por el PP en las autonómicas, Madrid incluido, ni en las grandes ciudades. Lo haremos por cualquier otro o nos refugiaremos en la abstención, que ya funciona como voto de protesta popular, el voto en blanco o nulo (papeleta del PP escrito a mano: Sí a la vida, no al aborto).

Solo puede haber una excepción, si el candidato popular se muestra contrario a la actual ley, a la sentencia, y reclama públicamente la rectificación de su partido. O eso o no le votamos.

Y nos vamos a pensar si hacemos campaña…

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6 Comentarios. Dejar nuevo

  • ¿Votar a VOX?

    Responder
  • José Manuel Vidal
    17 febrero, 2023 13:56

    ¿Hay algún partido que sea fiable o creíble?

    Se pueden encontrar en todos los partidos ejemplos de contradicciones o traiciones a sus idearios como los que pone el artículo.

    ¿Cómo se le puede votar?

    Sencillo, cómo se vota a otros: yendo a la urna y echando su lista para que no gane la lista contraria, que miente y engaña en otras cosas, o amenaza con desenterrar otros fantasmas.

    Después de firmar un cheque en blanco al partido afortunado… a quejarse de nuevo otros cuatro años.

    La única utilidad del voto en España es dar un poder ilimitado a una facción del Estado durante cuatro años, más allá de eso no sirve para nada. Los ciudadanos no elegimos nada ni podemos controlar nada. La única representación política que existe en España es la representación tragicómica de los parlamentos, a los que se llevan las decisiones de unos y de otros ya tomadas en los pasillos.

    Hace años, después de haber cometido el error de votar a unos u otros con ingenuidad, me convencí que la abstención es la postura más coherente cuando los que se llaman a sí mismos representantes políticos no nos representan.

    Pero no basta con abstenerse.

    Los obispos han escrito un documento en enero pasado que anima a la sociedad civil a militar. Es hora de tomar las riendas de la política, porque si pasamos de la política … ella no pasa de nosotros.

    Responder
  • Messerschmidt
    17 febrero, 2023 19:55

    Coincido plenamente con el comentario del Sr. Vidal, que no sólo es aplicable a la realidad política de España, sino a la de casi todo el mundo. En realidad, el PP ha traicionado lo que en teoría debían ser sus principios desde hace décadas. No es una excepción, es la norma que vemos en todo el panorama político, al margen de las denominaciones que cada uno se dé a sí mismo (izquierda, derecha, liberal, marxista, conservador, ecologista, progresista, nacionalista…), denominaciones que han perdido el significado que pudieron tener y que se han convertido en palabras huecas. En ese sentido resulta grotesca la comedia en la que unos denigran a la derecha y otros a la izquierda. La militancia política es necesaria, pero la militancia en un partido (el que sea) parece ser más paralizante que dinámica, más estéril que fecunda. Habrá que ir pensando en otras formas de actividad política desde fuera de los partidos que obliguen a éstos a regenerarse o que, si esto no es posible, permitan un cambio más hondo y el paso a un sistema político en el que la participación cívica se articule de otro modo.

    Responder
  • José González
    18 febrero, 2023 21:35

    En primer lugar una afirmación: el aborto se incluye en la llamada ley de «Salud reproductiva». No se ve como algo que pretende ser para la salud reproductiva termine siendo abortivo. Pero partece que el aborto es un «signo de los tiempos» y que todos los paises europeos, salvo Malta y Polonia tienen leyes del aborto y que resulta inevitable tenerla. Lo que sí es evitable es que haya abortos, para lo cual los legisladores o los juristas tienen que establecer que el aborto no es un derecho de la mujer, como los ha hecho el TS de EEUU, con un argumento tan elemental como el de que en la Constitución amaricana no se reconoce tal derecho. Otra cuestión es que así como hay una ley del aborto, haya otra sobre la maternidad, a fin de que legalmente se pueda colocar la maternidad al mismo nivel que el aborto. Lo siguiente es que el Estado, habida cuenta de la situación demográfica del pais, potencie al m áximo la maternidad frente al aborto, de manera que se pueda actuar sobre las mujeres que quieran abortar para disuadirlas. Por último, que el Estado deje de subvencionar a las clínicas abortivas. Con eso estaríamos mejor de como estamos.

    Responder
  • José González
    18 febrero, 2023 21:43

    Respecto del voto, creo que el PP no está contra el aborto. Porque el TC puede decir lo que le dé la gana y cada cual pensar lo que quiera y manifestarlo como le parezca, incluso los partidos políticos. Porque para eso estamos en un país ¿libre?
    Por otro lado el PP creo se va a encontrar con tal cúmulo de leyes ideológicas que este gobierno ha aprobado, que no va a dar a bastos a derogarlas. Si es que se atreve. El PP es un partido «blandito» y carece de agallas para tomar las decisiones que se deben de tomar, en mi opinión, por supuesto. No voy a decir que no se le debe votar, porque no se debe decir. Pero si hay otro mejor, vótelo a él .

    Responder

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