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Las causas profundas del aborto

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Una de las razones por las que se ha impuesto la ideología hegemónica que rompe con toda condición humana, ha sido la construcción de un relato que silencia y veta el análisis racional sobre las causas, presenta el hecho consumado y lo califica de derecho. A partir de aquí lo demás es fácil: el mundo se divide entre buenos y malos, los que están de acuerdo con aquel” derecho” son buenos, los que disienten son malos, autócratas y contrarios a la democracia

Esto es lo que sucede con el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, el cambio de sexo sin garantías, la inseminación de mujeres sin pareja, para citar algunas de las más importantes.

La cuestión que hay que denunciar es que un comportamiento no se convierte en un “derecho” humano, o fundamental, o constitucional, porque así se diga, sino esta explícitamente señalado en los textos fundadores, y existe una tradición… un derecho consuetudinario que en parte lo avale.

El resultado de esta forma de obrar es haber convertido a España en un país diferente como durante el franquismo, porque la acumulación de leyes de aquel perfil, empezando por una de las primeras, la ley contra la violencia de género, tal y como está formulada, convierten a España en una anomalía jurídica que, si se consolida, da lugar a una sociedad anómala en la que no se cumplirán ninguno de los criterios sociales que se derivan de la antropología humana, que parte de una realidad tan evidente y objetiva como la de que un hombre es un hombre y una mujer una mujer, y que la especie humana está formada solo por hombres y mujeres.

En este ocultamiento de las causas y  formulación automática del derecho a aquella práctica, el aborto ocupa un papel central. Es el eje maestro de la nueva sociedad construida sobre la pulsión del deseo, la sociedad desvinculada.

Si los abortos, en una dimensión de población como la española, fueran unos cientos no estaríamos hablando en estos términos, pero cuando durante décadas se practican abortos masivos que se acercan a los cien mil al año, y los nacimientos son solo un poco más de tres veces superiores, algo muy grave se ha roto en esta sociedad.

Porque todo esto sucede cuando los métodos anticonceptivos son muchos, diversos, para hombres y mujeres. Entonces ¿Cómo es posible tanto hijo rechazado hasta el extremo de impedirle nacer? ¿Cuántos errores se producen? ¿O es que lo que manda es el “aquí te pillo aquí te mato”, la pasión sexual mas ciega e irrazonable, la promiscuidad a gran escala? El aborto masivo significa que nuestra sociedad ha aceptado que mujeres y hombres practiquen un desenfreno sexual y la promiscuidad a escala máxima y, encima, los poderes públicos lo faciliten subvencionando los abortos.

El aborto no es un “derecho reproductivo”, absurdo eufemismo, que esconde la irresponsabilidad del desenfreno. Quien tiene derecho a reproducirse es precisamente el embrión. Este no es propiedad de la madre porque es un ser humano único y diferenciado desde el momento de la fecundación y ningún cuidador tiene derecho a la muerte del cuidado.

Todo esto nos conduce a la importancia del modo de vida. Si uno quiere darse al desenfreno sexual, que se de, pero a cambio ha de asumir las consecuencias. Su deseo no puede justificar la muerte del ser humano que ha de nacer.

El feminismo vio en el aborto la forma de liberarse, un riesgo que el hombre promiscuo no tenía, para poder jugar al mismo juego. Pero esto no es un avance, y además ahora, con tanto método anticonceptivo, es una irracional brutalidad.

Pueden haber fallos, errores, pero estos deben repararse uno a uno y tan pronto como son conocidos y comunicados. Pero lo que no puede existir es una civilización que base su vida social entre hombres y mujeres en edad fértil en el desenfreno promiscuo y el aborto masivo.

Esto entre otras cosas es lo que deberíamos debatir racionalmente.

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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • Me temo que es la anticoncepción y la idea de que sexo y tener hijos son cosas diferentes las que crean la mentalidad que lleva al aborto.

    Responder
  • José González
    20 julio, 2022 12:32

    Creo es una estupidez comparar al hombre promizcuo con la mujer promizcua mediante el signo igual del aborto. La Naturaleza ha dado a la mujer un dominio reproductivo, que no tiene el hombre, y en consecuencia mayor responsabilidad, que no puede escamotear mediante el recurso del aborto. Por otro lado recurrir a este es la última solución posible, existiendo otras que eviten la concepción, sin necesidad de recurrir al aborto in extremis.
    El TS de EEUU ha venido a decir que el derecho al aborto no es tal, al no estar reconocido en la Constitución americana, y es que no se pueden establecer derechos para solucionar problemas sociales. Los derechos están por encima de los deseos humanos en cada momento histórico y pretenden establecer el fundamento y el límite del comportamiento social. Lo contrario es caer en el relativismo moral.

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