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Miedo al silencio: el gran enemigo de nuestros hijos

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Vivimos en una sociedad donde el ruido es omnipresente. Nuestros hijos, alumnos, jóvenes… crecen rodeados de estímulos constantes: pantallas, música ininterrumpida, notificaciones, redes sociales… un flujo interminable de información. En este contexto, el silencio se ha convertido en un bien escaso, casi temido. Pero, ¿por qué el silencio es tan importante para su desarrollo?

El silencio, camino a la interioridad

El silencio no es una simple ausencia de ruido; es el espacio en el que todos nos podemos encontrar con nosotros mismos, escuchar nuestra conciencia y reflexionar sobre las grandes cuestiones de la vida.

Sin silencio nuestros hijos corren el riesgo de crecer incapaces de enfrentarse a sí mismos, buscando constantemente la distracción para evitar cualquier atisbo de introspección.

El cardenal Robert Sarah, en su libro La fuerza del silencio, advierte: «El hombre moderno no sabe lo que es el silencio. No lo soporta porque revela una parte de su verdad más íntima». Esta afirmación pone el dedo en la llaga de un problema actual: los jóvenes parecen temer el silencio porque en él encuentran preguntas incómodas que exigen respuestas comprometidas. En mi experiencia, cuando les invitas a un retiro espiritual, la primera pregunta suele ser: «¿Es en silencio?». Si la respuesta es afirmativa, el interés desaparece. Es todo un síntoma de una cultura que enseña a evitar el contacto con el propio mundo interior.

San Ignacio de Loyola y el poder transformador del silencio

San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, nos enseña que el silencio es la condición indispensable para el discernimiento y el crecimiento espiritual. Sin él, la mente y el corazón están demasiado ocupados para escuchar la voz de Dios y tomar decisiones con claridad. Debemos enseñar a nuestros  hijos el valor del silencio, cauce esencial para el discernimiento de todas las decisiones importantes.

Los enemigos del silencio

Hoy en día, el ruido permanente parece una imposición cultural. Los adolescentes y jóvenes viven con un altavoz en la mano o unos auriculares en los oídos. La tecnología se ha convertido en un obstáculo para la reflexión. Sin momentos de silencio, nunca se enfrentarán realmente a sí mismos ni a la realidad que le rodea.

El silencio es percibido por muchos de ellos como algo incómodo, incluso amenazante. El miedo a estar solo con los propios pensamientos es señal de una generación que no ha aprendido a gestionar su mundo interior. Si no les ayudamos a reencontrarse con el valor del silencio, seguirán buscando ruido para acallar las preguntas fundamentales propias de su edad: quien soy yo, cuál es mi identidad, qué quiero hacer con mi vida, qué tipo de amistades fomento, qué relación tengo con mi familia, cuál es mi relación con Dios y cuál quiero que sea, etc.

Cinco consejos para educar en el gusto por el silencio

Nada les educa más que nuestro ejemplo, pero también debemos ser conscientes de la necesidad de ayudarles ofreciéndoles momentos concretos que les ayuden a probar la riqueza del silencio. Estas son algunas ideas.

  1. Apaga su ruido, el móvil duerme en el salón. Establece el objetivo de que no se vayan a la cama con el móvil, además de conciliar mejor el sueño, les ofrecerás un momento cada día, en la soledad de su habitación, para poder hacer silencio. Si la excusa es que usan el móvil como alarma para el día siguiente, no lo dudes, regálales un despertador.
  2. No tengas miedo de su aburrimiento,  aprovéchalo: Enséñales que la soledad y el aburrimiento no son negativos, que pueden ser oportunidades para reflexionar, orar y crecer. Cuando te digan “me aburro” invítales a pensar sobre el último problema que te hayan comentado.
  3. Ve con ellos a la naturaleza, el aula del silencio: El contacto con la creación siempre les ayuda a descubrir el placer de la contemplación y la tranquilidad. La admiración de la naturaleza es un maestro del silencio, un canal privilegiado para escuchar al Creador.
  4. Reza con ellos, fomenta la oración mental: Fomenta un tipo de oración en familia donde abunden los silencios. Es necesario que les enseñes que es en el silencio donde se escucha lo que Dios, padre amoroso, quiere decirles a cada uno de ellos sobre los temas que les preocupan.
  5. Da ejemplo, grítales con tu silencio: Si tú valoras y practicas el silencio, ellos aprenderán a hacerlo también. La mejor conferencia que puedes darles sobre el silencio es que te vean haciéndolo, que comprendan que en tu vida tiene un lugar importante.

Educar en el silencio no es una tarea fácil en un mundo que fomenta el ruido y la distracción. Sin embargo, si queremos que nuestros hijos, nuestros alumnos, nuestros jóvenes, sean capaces de tener una vida interior rica y de tomar decisiones acertadas.

Como bien decía San Juan Pablo II: «El silencio y la contemplación permiten a cada uno encontrar en lo más íntimo de su ser la presencia de Dios, que es el origen de toda verdad y belleza». En el silencio adquirirán la capacidad de escuchar, reflexionar y discernir con claridad, una virtud que marcará toda su vida, que les permitirá vivir con mayor plenitud y felicidad. Debemos enseñarles el valor del silencio.

En el silencio adquirirán la capacidad de escuchar, reflexionar y discernir con claridad, una virtud que marcará toda su vida, que les permitirá vivir con mayor plenitud y felicidad. Debemos enseñarles el valor del silencio Share on X

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