ÂżPor quĂ© nos separamos de las personas necesitadas como si fueran hojas secas que recubren el pavimento que sin querer âciertamente- pisamos blandito?, Âżsin la mayorĂa de nosotros saber ni imaginar que ahĂ se consume un alma aplastada por el ajetreo de la vida tal como la vivimos en este preciso momento, tĂș y yo? Como no los necesitamos, no los vemos, o miramos a otra parte⊠con mayor o menor conocimiento de causa. Sencillamente, como quien no quiere la cosa, los ignoramos, y seguimos nuestro camino. ÂĄPero estĂĄn ahĂ, y ahĂ permanecen! Confieso que tambiĂ©n yo, hermano, soy pecador. Un hermano ruin, te lo reconozco. Me cuesta agacharme hasta el barro para recoger âde ahĂâ, viviendo como vivo entre mis galas, lo que desde mi Ăłptica acomodada estĂĄ carcomido. ÂĄY el carcomido soy yo! ÂĄPoco o mucho, caduco en la abundancia! ÂżMe perdonas, amigo? ÂżVamos a dar un paseo? ÂĄSentiremos que el tiempo se para, sĂ, pero daremos eternas volteretas!
La cosa tiene su miga. Porque, desde siempre, la noria gira, por mĂĄs que hoy gire mĂĄs aprisa. Y como hoy gira mĂĄs aprisa, los comĂșnmente desalojados, lanzados al aire putrefacto de las oscuridades de la ignominia por un girar crecientemente descontrolado, son hoy seres ocultados por el anonimato que salen disparados de entre las acomodadas zonas de confort que antes compartĂamos juntos. Por ese devenir de las cosas, muy posiblemente mañana seamos tĂș y yo, hermanoâŠ
ÂżHas caĂdo ya, o lo temes? ÂżNo serĂa mejor hacer ya las paces contigo mismo, y acercarte por esas zonas tenebrosas en que el futuro se presenta entre tinieblas con un espesor que lacera al mĂĄs descreĂdo presente? ÂĄTĂș sabes que ahĂ estĂĄn parte de los tuyos, y ni te inmutas! ÂżNo serĂa mejor que te acercaras a ellos sin tus Ănfulas de grandeza? MĂĄs aĂșn, Âżhas probado a experimentar algo nuevo para tus sibilinas monstruosidades cotidianas en que amagas con erigirte poderoso, si el entorno te soltara? Si te decidieras a experimentarlo, comprobarĂas que esa pobre gente te necesita, sĂ, pero mĂĄs la necesitas tĂș a ella. Porque si te acercas por esos derroteros, sabrĂĄs quĂ© es de verdad la bondad y la solidaridad y la resiliencia.
âÂĄAdelante, mis valientes!â, gritan los generales en las pelis de indios. Pero, ÂżquĂ© es âir adelanteâ? SabrĂĄs que en esos descampados cada dĂa nace nuevo, y nuevas las personas que en ellos viven desamparadas⊠y las que a curiosear se les acercan, si lo hacen sinceramente. AllĂ todo crece entre abrojos, pero crece, a diferencia de la defunciĂłn permanente que se siente entre los candiles de oro pastado con excentricidades que se consumen en los salones de alto copete. Aquellos otros de los bajos fondos son lo que no agotan, gritando a tiempo y a destiempo âpermanentemente- los ahogos que entrecortan su vida oculta al mundanal ruido tras las cortinas de seda y encajes de brillantes. Al otro lado de la cortina, en efecto, donde la pendiente asusta al mĂĄs descreĂdo, la vida es entendida -aunque parezca mentira- como apertura y como colaboraciĂłn desinteresadas.
SĂ, hermano. Las campanillas han sonado y seguirĂĄn sonando. ÂĄEl rey estĂĄ desnudo! Han caducado las maneras de postĂn, los protocolos, y en esa nueva dimensiĂłn, cada uno recibe mĂĄs de lo que da⊠o lo que le enseñan a cada momento los olvidados del mundo âcivilizadoâ. A nuestro mundo pretendidamente civilizado del Occidente todopoderoso le cae la careta y encuentra entre ellos, en un abrir y cerrar de ojos, mĂĄs de lo que le falta, y descubre que los que eran Ășltimos se erigen primeros demostrando, en cada abrir de ojos, que la civilizaciĂłn es algo distinto a lo que nos vende la tele de domingo a domingo y que ahĂ toda imaginaciĂłn se queda corta, porque el necesitado eres tĂș. Esa serĂĄ tu nueva experiencia. Ven a comprobarlo. (Si te atreves).
y descubre que los que eran Ășltimos se erigen primeros demostrando, en cada abrir de ojos, que la civilizaciĂłn es algo distinto a lo que nos vende la tele de domingo a domingo ï»żClic para tuitear