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El aborto como crueldad y violencia (VII): penalizar sin criminalizar

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¿Cómo explicar que el aborto no debe despenalizarse, sin tener que criminalizar a la mujer que aborta? Porque, estoy convencido de que el lugar de una mujer que aborta, no es la cárcel.

La verdad es que este asunto resulta más complejo de lo que aparenta ser.

Las mujeres que abortan, en el 93% de los casos, siempre cuentan con la “ayuda” de quienes desean deshacerse de un ser humano, de un bebé en formación, ya sea por presión de la pareja, quien dice que “no está preparado para ser padre” o, porque no quiere hacerse responsable de ese nuevo ser humano que considera como un estorbo. Hay padres que consideran que ese niño representa una deshonra para la familia.

De cualquier manera, aunque no lo quieran reconocer, los hombres que presionan a las mujeres para que aborten ya se han convertido en padres (o abuelos) y, por lo mismo, también pierden a un hijo, o a un nieto.

Otra de las causas del aborto se produce por la presión que ejercen los amigos o amigas, o porque se advierte algún mal congénito en el feto y, además, no hay que descartar la presión social y de las instituciones supuestamente de planificación y ayuda a las mujeres, para quienes el aborto representa un gran negocio.

En resumen, el 76% de las mujeres que abortan, lo hacen por las presiones que ejercen sobre ellas otras personas o instituciones (datos de la Universidad John Hopkins de 2021) y porque generalmente viven en soledad su drama y no encuentran otra salida.

Las mujeres que van a abortar van sufriendo, angustiadas, porque intuyen, por su instinto maternal, que algo no está bien.

El daño que un aborto provoca en una mujer no ha sido suficientemente considerado. El síndrome postaborto lastima a la mujer, en ocasiones, de manera irreversible. Esas mujeres son engañadas, presionadas, manipuladas por la sociedad “progresista” (a menos que el asesinato del ser humano más inocente sea signo inequívoco de progreso).

Incluso las mujeres que se practican un aborto (o hasta dos o tres) con plena consciencia de lo que hacen, son víctimas de una ideología auto proclamada progresista.

Es la humanidad misma quien pierde por cada aborto practicado:

1. Porque no se renueva la sociedad.

2. Porque nos perdemos, como género humano, de un hombre o una mujer que pudo contribuir, de manera sobresaliente, a la ciencia, al arte, a la tecnología, al medio ambiente, al estudio y divulgación de las humanidades, pudo ser un gran estadista, etc.

3. Porque el aborto es, en sí mismo, un evento estresante para la mujer, y, además, pierde como mujer, como ya hemos dicho, como madre de uno hijo muerto (por el daño psicológico y hasta fisiológico).

4. Porque pierde el hombre y, aunque no lo quiera ni sepa, también se convierte en padre de un hijo muerto.

5. Porque el asesinato de un ser humano es una tragedia.

La mujer que aborta puede tener, para hacerlo, muchas excusas (atenuantes de responsabilidad) de orden moral, de orden jurídico. y hasta de orden sociológico.

En un estudio muy reciente que presentó Wendy Wright, que es la Presidente y CEO de Christian Freedom International, explica por qué muchos jóvenes estadounidenses han cambiado su postura de ser proaborto a ser provida:

“El problema al que nos enfrentábamos es que muchos estadounidenses desconocían el daño que causa el aborto a los no nacidos: su sufrimiento (ellos pueden sentir dolor a partir de las 5 o 6 semanas), y también desconocían las consecuencias del aborto en las mujeres”.

Algunas organizaciones provida de EE UU empezaron, ya hace más de 6 años, a hacer preguntas a los jóvenes en las calles (en algún artículo anterior expuse el caso de jóvenes mujeres que abordaban a los muchachos con una sola pregunta: ¿sabes cómo se practica un aborto? Casi el 100% decía que no, e inmediatamente la encuestadora le presentaba un video que exponía crudamente lo que es un aborto. La mayor parte de los jóvenes expresaban su horror ante lo visto, y muchos se comprometían a difundir lo observado).

Por otra parte, comenzaron a proliferar estudios que desembocaban en iniciativas legislativas en muchos estados. Dichas iniciativas abordaban lo básico de lo que significa un aborto y cómo daña al bebé y a la mujer.

Además, estas iniciativas daban a conocer información y propuestas de apoyo a la mujer para continuar la maternidad (En México hay muchas instituciones cuya vocación es ayudar a la mujer a tomar la mejor decisión, ayudándola en su embarazo, incluso con alojamiento y comida, o haciendo los trámites para dar en adopción a los bebés y, si es necesario, prolongar la ayuda a la mujer para que tenga la mayor calidad de vida, en sus circunstancias. La más antigua de estas instituciones en México es VIFAC, Vida y Familia, Asociación Civil).

Siguiendo con la información de Wendy Wrigth:

“Se mostraba a las mujeres las señales de vida en su seno (sonido del corazón, demostración del dolor causado a los bebés en los abortos, ya sea que el médico los envenenara o los sacara del útero materno en pedazos). Se trabajó a lo largo de décadas en presentar iniciativas favorables a la vida. Cuando eran rechazadas, se volvían a presentar a nivel estatal y federal. Cada vez que se presentaban estos proyectos de ley, nos asegurábamos de que se ampliara el número de personas que recibían información sobre lo que supone el aborto para el no nacido y para la madre. Por su parte, otras asociaciones provida seguían con su labor en la calle o en los medios electrónicos. Esto fue produciendo un lento cambio en la sociedad, la cual recibía cada vez mayor información, hasta que la gente llegó a preguntarse ‘¿por qué no votamos sobre esto?’”

Wrigth añadió:

“Al mismo tiempo se dio a conocer toda la red de apoyo (similar a la ya mencionada de México) que existe en los EE UU. Para aquellas mujeres que deciden seguir adelante con su embarazo y tienen dificultades para ser madres”.

Por supuesto que el caso Dobbs fue determinante para cancelar lo que se consideraba un derecho de las mujeres al aborto (caso Roe & Wade), derecho que no contempla la Constitución de los EE UU.

Vamos al grano: la mayor parte de las mujeres que quieren o que son obligadas a abortar, no tienen información veraz ni oportuna de lo que es un aborto.

Lo que sí es oportuno recordar, es lo que ya referí en otro artículo de esta serie. A la pregunta de, “¿sabes lo que es un aborto? La joven encuestada responde: sí, creo que una mujer embarazada entra a una clínica, le hacen algo y después sale”. Conclusión: si las mujeres supieran realmente lo que es un aborto, muy pocas abortarían, lo cual supone que existen, si no causales de inimputabilidad, sí atenuantes en la mayor parte de los casos.

Esto no se aplica ni a los médicos ni a quienes colaboran con la muerte del bebé, que son plenamente responsables del asesinato de un ser humano en el vientre de su madre. Ellos, son los que sí deben pisar la cárcel, porque son plenamente conscientes de lo que hacen, y lo hacen para ganar dinero, a costa del sufrimiento de los bebés y de sus madres. Ellos, los médicos abortistas, han olvidado el juramento hipocrático, en el cual, uno de los principios fundamentales es: NO HACER DAÑO.

Vamos a los datos y la propuesta, en México:

De los 32 estados de México, hay 9 que han despenalizado el aborto (a menos que se me escape uno que otro); unos hasta la semana 12 y otros a la 14.

Yo les pregunto a los legisladores que han aprobado esas leyes: ¿Cuándo creen que se convierte el feto de 12 semanas en un ser humano? ¿En la mañana o en la tarde? ¿O de catorce semanas, y por qué la diferencia? ¿Y por qué ustedes creen que antes de esa fecha fatal no existe un ser humano? ¿No han leído lo que la ciencia dice sobre el comienzo de la vida humana?

Según el periódico El Economista y el portal Vida Nueva Digital , de acuerdo con la información del gobierno federal, en 2022 sólo había 5 mujeres, y 112 hombres en la cárcel, en todo el país, por haber cometido o participado en el delito de aborto.

En los estados en los que el aborto se considera un delito, se aplican a la mujer penas que van, desde un mínimo de 15 días de prisión, que pueden conmutarse por penas alternativas, por ejemplo, en el estado Tlaxcala; hasta un máximo de seis años en el estado de Sonora.

En muchos estados, la pena puede ser una multa, trabajo comunitario o tratamiento psicológico y médico. En Baja California Sur, por ejemplo, la pena de prisión de seis meses a dos años se puede sustituir por trabajo a favor de la comunidad, que van de 20 a 200 jornadas, según el caso (firma kanter@senado.gob.mx).

En resumen, en la mayor parte de los estados de la República Mexicana no se encarcela a las mujeres que abortan, sino que les proponen penas alternativas. En los estados en los que el aborto es un delito penal, se han establecido excluyentes de responsabilidad penal o causales de no punibilidad, que cada estado establece según su legislación.

Como se puede colegir, no soy quien propone la no criminalización de la mujer que aborta; solamente estoy haciendo referencia a una realidad que ya existe.

Lo que propongo es que se perfeccionen las leyes; que los diputados legislen sobre las penas alternativas, como las que hemos mencionado.

Ahí en donde aún existe la pena de privación de la libertad, como en Sonora, es preciso reformar el Código Penal (menos por lo que concierne a médicos y ayudantes), para descriminalizar a la mujer, sin dejar de aplicar una pena. No hacerlo, priva a la mujer que aborta de la ayuda psicológica y médica que se debe establecer en la legislación, e incluso puede advertir e informar a otras mujeres sobre lo que es el aborto (que en eso consiste, generalmente, el servicio a la comunidad).

El aborto, en sí mismo, constituye una gran pena para la mujer. La cárcel es un despropósito, porque supone criminalizarla doblemente. Lo que debemos hacer es acompañarla, protegerla y ayudarla a seguir su camino en la vida.

El aborto, en sí mismo, constituye una gran pena para la mujer. La cárcel es un despropósito, porque supone criminalizarla doblemente. Lo que debemos hacer es acompañarla, protegerla y ayudarla a seguir su camino en la vida Clic para tuitear

 

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