Según el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, los líderes europeos siguen estando profundamente en desacuerdo sobre cómo debe ser el plan de recuperación económica vinculado a los próximos presupuestos generales de la Unión Europea, el llamado Marco de Financiación Plurianual.
De hecho, según fuentes internas del Consejo, no se ha ni siquiera acordado la cuestión central de si las ayudas a los países más afectados por la epidemia deben hacerse mediante préstamos o subsidios. Los gobiernos de los estados miembro también están en desacuerdo sobre la cantidad de dinero que se pondrá sobre la mesa.
La próxima ronda de negociaciones se hará el viernes 19 de junio. Pero ya se ha descartado llegar a un acuerdo en este encuentro.
Según Michel, las numerosas cuestiones de carácter técnico, sumadas a los conflictos políticos existentes entre los diferentes bloques de países auguran unas negociaciones largas y difíciles.
Varios responsables del Parlamento Europeo han confirmado las impresiones del presidente del Consejo, refiriéndose a un «clima de desconfianza».
Según la propuesta más reciente de la Comisión Europea, el plan de recuperación económica debería incluir 500.000 millones de euros en subsidios y 250.000 más en préstamos. Ambos pilares serían financiados a través de un nuevo esquema de deuda conjunta, que se empezaría a pagar a partir de 2028 y durante un periodo de 30 años.
Alemania y Francia, consideradas a menudo como las dos locomotoras de la UE, han mostrado su acuerdo para financiar con deuda conjunta el fondo. Países del sur de Europa como Italia, España y Portugal son los más fervientes defensores de esta manera de funcionar.
Pero los llamados países «frugales», Austria, Dinamarca, Países Bajos y Suecia, se oponen a la idea de endeudarse para luego repartir el cajón «gratuitamente» entre los necesitados. Su contrapropuesta pasa por conceder tan solo préstamos, que además deberían ser pagados por los países que los soliciten de forma individual.
Se trata de una propuesta que ha indignado a los países del sur, que tienen más dificultades para financiar la deuda que los del norte, que en general han sufrido más la epidemia de la Covid-19 y que según las últimas previsiones europeas son los que sufrirán los mayores retrocesos económicos.
El choque entre los países frugales y los defensores de los subsidios ha sido muy duro, y las discusiones han llegado a tomar un cariz filosófico sobre el sentido de la solidaridad europea. El tono agrio también se explica por las cicatrices aún muy recientes de los costosos rescates de la crisis financiera de 2008.
Un factor inesperado que ha influido negativamente en las negociaciones ha sido la necesidad de hacer encuentros por videoconferencia. Koen Geens, el primer ministro de Bélgica, lamentó la falta de contacto humano al afirmar que «las pantallas causan efectos extraños e impiden los encuentros privados».
Sea como sea, hay mucho en juego no sólo para la recuperación económica de los países europeos más afectados por la pandemia, sino también para el futuro político de la Unión los próximos siete años, cubiertos por el Marco de Financiación Plurianual actualmente en negociación.
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