El PSOE ha presentado una propuesta de reforma del Código Penal para condenar de 1 a 3 años a los provida que acudan a las puertas de las clínicas abortistas.
El pasado 12 de mayo el PSOE presentó una proposición de ley orgánica para reformar el art. 172 del Código Penal. Se trata de calificar como “coacciones” las actividades de los provida frente a los centros de abortos. Así lo señala en su exposición de motivos: “Queremos penalizar el acoso a las mujeres que acuden a las clínicas de interrupción voluntaria del embarazo”.
La pena propuesta es de 1 a 3 años y también el alejamiento del centro abortista entre 6 meses y 3 años para quien “hostigue o coarte la libertad de la mujer que pretende ejercer su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo”.
Las penas también se extenderían para quien “promueva” o “favorezca” las concentraciones en las proximidades de centros abortistas. Bastaría con mostrar el ‘bebé Aído’ para que también lo consideren acoso.
La propuesta del PSOE es la respuesta a la reivindicación de la patronal de centros de abortos desde hace tiempo. Es decir, el PSOE se convierte en el ariete político de los intereses empresariales de la industria de la muerte.
En un reportaje de la Sexta, la portavoz de la patronal abortista, Sonia Lamas, se refería a nuestra Ambulancia Vida: “Aparece un vehículo ecográfico, les invitan a subir, les ponen la ecografía, les pone el latido, les ponen la imagen y además, les invitan a desayunar”
Por lo tanto, mostrar la ecografía sería acoso en lugar de consentimiento informado.
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Considerada desde un punto de vista puramente católico, esta situación es un ejemplo de persecución del justo tal como se profetiza tantas veces en la Biblia. Lleva a pensar especialmente en el capítulo 13 del Apocalipsis según San Juan, ese relato atemporal y simbólico de la historia humana. En todo caso, se trata de un escarnio de la justicia. Pero quizá más grave que el hecho en sí sea la ausencia de consciencia moral de la gran mayoría con respecto a este asunto y que se manifiesta de muchas formas diversas: aquiescencia, aceptación irreflexiva, complicidad activa, resignación pasiva, indiferencia, autoengaño, olvido… Sea propiciando deliberadamente el aborto, sea dejando por inhibición un vacío que es ocupado por el abortismo, lo cierto es que la gran masa de la población demuestra una terrible debilidad moral, que es lo que permite que se llegue tan lejos en la injusticia y la crueldad. No es esta la única tragedia colectiva en que se manifiestan una falta de empatía y un egoísmo terroríficos (guerras, inmisericorde destrucción de la naturaleza, pobreza frente a riqueza escandalosa, corrupción política y económica, etc.), pero sí una de las más inmediatas y palpables personalmente y frente a la cual la mayor parte de los individuos, como mínimo, cierra los ojos para evitarse conflictos, si no es que hace algo peor. Por esa inmediatez y por la evidencia innegable de una amoralidad tan extendida, resulta especialmente dolorosa y traumática y nos hace sentir despiadadamente nuestra propia impotencia, incluso nuestra propia culpa.
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